(Captura de pantalla)
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La nueva crisis política está en curso. Sin embargo, esta no deja de ser una buena ocasión para analizar el origen de las traiciones que sufren los políticos de parte de su personal de “entera confianza”.

El jueves, unos audios grabados por la asistente de Martín Vizcarra en el despacho presidencial pusieron al mandatario y al país en una situación realmente crítica. En uno, el presidente coordinaba con las dos mujeres que lo asisten en sus funciones sobre cómo mentirle a la Fiscalía en el caso Swing; en otro Vizcarra se mostraba incoherente, intimidado y poco locuaz ante una asistenta que le reclamaba por preferir a la otra secretaria.

En la conversación, la dueña de la grabadora que pronto le entregaría los audios comprometedores al peor enemigo político de su interlocutor, le decía compungida: “Tú eres como mi padre”.

Esta semana ha sido Karem Roca, la asistente del presidente Vizcarra, pero hace exactamente 20 años, fue la secretaria, confidente, socia y amiga íntima del jefe de los servicios de inteligencia, con los que gobernaba Alberto Fujimori, la que le clavó por la espalda a Vladimiro Montesinos una estaca definitiva.

Sí. Han pasado ya 20 años desde la propalación del primer vladivideo entregado a un político de oposición por un enviado de Matilde Pinchi Pinchi, la administradora de los arteros archivos del SIN, furiosa por los privilegios con los que su jefe adornaba a su nueva amante.

Roca dijo ayer en la Comisión de Fiscalización que en privado ella le decía al presidente “padre”. Pinchi Pinchi, cuando tuvo el careo judicial con Montesinos, le preguntó si no se acordaba que él la llamaba “pollito”.

¿Por qué alguien que ha cultivado tamaña familiaridad, un día entrega audios o videos devastadores, precisamente contra su entrañable mentor?

A las personas a las que les interesa básicamente el poder probablemente les sobre inteligencia política y carácter, pero es evidente que les falta inteligencia emocional y sobre todo bondad en el trato con sus semejantes. Quizá su afán por imponerse y hacer su voluntad les impide detenerse a apreciar la susceptibilidad, y, por ende, la capacidad de celos y rencor que son capaces de guardar las mujeres que los rodean.

En 2002, la secretaria de Eliane Karp le entregó a un periodista que trabajaba conmigo la agenda que ella llevaba para organizar las citas de la “señora”. La esposa del entonces presidente Toledo acababa de despedirla a punta de gritos y humillaciones. Gracias a esa agenda se descubrieron las primeras empresas off shore creadas por Karp.

En 2013, las empleadas de la casa de Nadine Heredia le entregaron a Álvaro Gutiérrez, enemigo político de Ollanta Humala, las agendas de la entonces “primera dama de la nación”, como la llamaba su marido, a quien tantos apodaron “Cosito”. El desprecio y la falta de respeto con el que las trataba motivaron que las dos personas que vivían con la pareja presidencial entregaran las libretas en las que Heredia apuntaba las tramposerías con base en las cuales hacía política.

En muchos casos las personas afectadas por el desprecio de los políticos simplemente se alejan del maltrato y la ingratitud, pero no todas las personas son iguales.