El reciente CADE Educación significó un espacio valioso para reflexionar sobre los pilares fundamentales de la educación en nuestro país. Uno de los temas más destacados fue el impacto de la educación privada en el sistema educativo peruano, ya que resalta su papel atendiendo aproximadamente al 25% de la población escolar de educación básica.
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La educación privada se ha convertido en un actor clave en la formación de miles de estudiantes y aporta significativamente a la economía y al fisco nacional. Un dato que sorprende es que, contrario a lo que muchos podrían pensar, el 70% de la oferta educativa privada está dirigida a los sectores C, D y E, brindando opciones de calidad a quienes aspiran a mejores estándares educativos. Esto es aún más relevante cuando se considera que el 70% de las escuelas públicas carecen de servicios básicos esenciales.
El CADE subrayó que, para avanzar en el progreso educativo, es indispensable una alianza público-privada. La educación privada responde a una demanda legítima de calidad, complementando el esfuerzo de la educación pública y fomentando redes de aprendizaje que permitan compartir buenas prácticas entre ambos sectores. Sin embargo, para que esta sinergia prospere, se debe contar con un marco regulatorio equilibrado que permita el desarrollo de la educación privada sin imponer condiciones excesivamente rígidas que frenen su crecimiento.
Debemos reconocer y potenciar el aporte de la educación privada mediante políticas que fortalezcan esta sinergia entre los sectores público y privado. Solo así garantizaremos que más estudiantes accedan a una educación de calidad y se forjen ciudadanos plenos que contribuyan de manera efectiva al desarrollo del país.
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