Ya habrá tiempo de abrir debates sobre el futuro poscoronavirus. No obstante, estamos aprendiendo algunas lecciones importantes. El Perú hoy necesita de su campo y de su agua. Del campo para producir toda clase de vegetales que van a servir para alimentar no solo a nosotros, sino, además, a nuestros pollos y ganado que son la base de nuestra alimentación.

Qué absurda se ve ahora la refinería de Talara frente a invertir en reservorios para tener agua y cultivos permanentes todo el año.

Qué absurdo se ve el precio en el campo de un producto con aquel que llega a las manos de un consumidor.

Tiene que recibir más el productor. No hay razón para no lograr una plena soberanía alimentaria y alimentar al mundo.

La agroexportación es ahora un preciado bien en los mercados en cuarentena, pero debemos mirar más a nuestra papa, a nuestro maíz, a nuestro frejol. En general, a nuestra inmensa oferta de hortalizas, legumbres y frutas.

La revolución sanitaria que vendrá deberá, además, incorporar la calidad y sanidad de nuestros productos y cadenas de transporte.

Nuestros agricultores, hoy más que nunca, requieren nuestro reconocimiento y apoyo.

Quédate en casa.