La sequía en Piura no es un problema aislado, es una señal de alarma para todo el país. Mientras el reservorio de Poechos se vacía, miles de agricultores ven cómo sus campos se secan junto con sus oportunidades. Y con ellos, el Perú pierde cultivos, tiempo y futuro.
Durante años, el agua en Piura, como en tantas otras regiones, ha sido mal administrada. Dependemos de reservorios diseñados para un tiempo que ya no existe y de sistemas de riego que desperdician más de lo que nutren. Esta no es solo una crisis de infraestructura, es una crisis de prioridades.
Lo paradójico es que Piura pasa de inundaciones a sequías en cuestión de meses. Las lluvias extremas, lejos de ser un alivio, arrasan cultivos, destruyen hogares y golpean a la economía local y nacional. Aprovechar ese exceso para prepararnos frente a la escasez no debería ser una discusión. Las soluciones existen: necesitamos infraestructura que capture el agua de las lluvias y minimice sus daños. Para ello hay varios caminos paralelos y concurrentes.
El primero es la tecnificación del riego. El 70% del agua en Piura se pierde por métodos de irrigación ineficientes como el riego por gravedad. Países con menos recursos hídricos, como Israel, han multiplicado su productividad con riego por goteo. ¿Por qué no iniciamos un plan piloto con financiamiento de fondos climáticos internacionales?
El segundo es la recuperación de infraestructura obsoleta. El reservorio Poechos, inaugurado en 1976, nunca recibió el mantenimiento adecuado. Hoy, su capacidad ha sido reducida en un 30% por sedimentos acumulados. Limpiar esos sedimentos y modernizar su operación debería ser prioridad nacional.
El tercero es mirar hacia la infraestructura natural. Reforestar las cuencas de los ríos Chira y Piura es clave para evitar la erosión, recuperar los suelos y garantizar que el agua se infiltre y no se pierda. Es una solución que, además de proteger el ecosistema, resulta más económica y sostenible que construir nuevos reservorios.
La sequía en Piura es un aviso. El agua no empieza en los grifos, ni en las represas: empieza en las montañas, en los ríos y en las decisiones que se toman o se postergan. La naturaleza ya hizo su parte; ahora nos toca a nosotros hacer la nuestra.
Piura nos recuerda que, cuando hablamos de agua, no hay márgenes para el olvido. Allí, donde todo se seca, empieza la oportunidad de cambiarlo todo.