/getHTML/media/1234452
Junta de Fiscales Supremo se pronuncia contra ley PL del Congreso
/getHTML/media/1234409
Lucio Castro: "Si no aumentan el presupuesto para Educación pediremos la renuncia del Ministro"
/getHTML/media/1234351
Top 5 restaurantes favoritos de Laura Graner en el Jirón Domeyer en Ciudad de Cuentos
/getHTML/media/1234411
¿Qué esta pasando con el fundador de Telegram, Pavel Durov?
/getHTML/media/1234257
Jorge Zapata de Capeco sobre creación del Ministerio de Infraestructura: "El Gobierno da palazos de ciego"
/getHTML/media/1234214
Alfredo Thorne sobre Petroperú: "Tienen que concesionar lo que le queda"
/getHTML/media/1234250
Nancy Arellano sobre Venezuela: "10 millones de venezolanos migrarían si Maduro continúa"
/getHTML/media/1234107
Abogado de agente 'culebra': "A mi cliente lo tienen trabajando en una comisaría"
/getHTML/media/1234108
Luis Villasana sobre Venezuela: "La presión internacional hará salir a Nicolás Maduro"
/getHTML/media/1234101
¿Quién tiene más poder en el país el Congreso o Dina Boluarte?
/getHTML/media/1233971
Peruanos pagaremos 120 soles mil soles por la defensa legal del ministro del Interior Juan José Santiváñez
/getHTML/media/1234112
El Banco de Crédito abrió su convocatoria al programa Becas BCP
/getHTML/media/1233958
Carlos Basombrío: "Dina Boluarte tiene un ministro a su medida"
/getHTML/media/1233955
Catalina Niño de Grupo OMG: ¿Cómo es el consumidor peruano?
/getHTML/media/1233583
¿Cuál es el superhéroe favorito de los peruanos? en Ciudadanos y Consumidores
/getHTML/media/1233584
Premios SUMMUM: Patricia Rojas revela nueva categoría
/getHTML/media/1233332
Futuro de Nicanor Boluarte en suspenso
PUBLICIDAD

Editorial: Silencio cómplice

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sigue manifestando su desprecio por las democracias en la región. Ayer, por ejemplo, evitó pronunciarse públicamente sobre la grave situación de violación de derechos humanos que atraviesan los nicaragüenses con el gobierno de Daniel Ortega.

Imagen
Fecha Actualización
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sigue manifestando su desprecio por las democracias en la región. Ayer, por ejemplo, evitó pronunciarse públicamente sobre la grave situación de violación de derechos humanos que atraviesan los nicaragüenses con el gobierno de Daniel Ortega.
Ocurrió durante la conferencia de prensa que diariamente ofrece a los medios, ante la pregunta directa de un periodista sobre los 94 opositores –algunos de ellos recientemente desterrados y otros exiliados– a los que el dictador sandinista acaba de quitar la nacionalidad. El mandatario mexicano se irritó tanto con la pregunta que dio por terminada la conferencia, sin responder.
Como se sabe, en Nicaragua no hay democracia, ni libertad de expresión e información; todos los políticos opositores han sido encarcelados o asesinados. Y los estudiantes que organizaron las tumultuosas protestas callejeras del 2018, exigiendo elecciones libres y prisión para las autoridades corruptas, fueron –luego de acordar una tregua cuyos términos el régimen de Ortega traicionó– perseguidos, apresados, torturados o también asesinados, con refriegas que dejaron un saldo aproximado de 300 muertos, en buena medida menores de edad.
Las simpatías de AMLO por los regímenes totalitarios no son nuevas ni solamente de fronteras para afuera. En la actualidad, México vive una creciente militarización de la vida pública, debido a los tejemanejes presidenciales y sus alianzas con altos mandos del ejército. Algunos de estos generales son incluso seguidos de cerca por la DEA por sus posibles vínculos con los todopoderosos cárteles del narcotráfico.
Por otro lado, muy aparte de su pésimo manejo de la pandemia –se calculan más de 650 mil decesos, pese a que los organismos estatales solo han reconocido menos de la mitad– los demócratas mexicanos han denunciado reiteradas veces la reforma electoral que este caudillo populista anda maquinando, con el objetivo más que obvio de perpetuarse en el poder, sea de manera oficial o taimada, “en la sombra” (tilín-tilín: ¿le suena familiar?).
En la víspera de este exabrupto oscurantista, unos 20 exmandatarios hispanos habían condenado la doble moral de AMLO, que por un lado cuestiona al gobierno de Perú –por razones de obvia afinidad ideológica con el golpista expresidente Pedro Castillo– pero calla en todos los idiomas y dialectos ante los abusos del dictador Daniel Ortega.
Por supuesto, ya sabemos por qué AMLO se siente tan cercano al golpista Castillo. De demócratas, ni un pelo.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD