El presidente les ha mentido a la Fiscalía y al país, pues dio una doble versión sobre las reuniones en su vivienda en Sarratea. Es decir, mientras en el testimonio que dio a la Fiscalía negaba haberse encontrado con Karelim López durante las tumultuosas noches de la casa de Breña, en una entrevista concedida a CNN admitió que sí había recibido a la lobista, quien sigue siendo un personaje clave de las actividades ‘en la sombra’ de Pedro Castillo.

El jefe de Estado, como han señalado diversos jurisconsultos, puede encontrase en graves problemas por estas contradicciones, que no hacen sino reiterar su desprecio absoluto por el mandato de transparencia que conlleva el alto cargo que ostenta, así como por el trabajo del Ministerio Público, especialmente el realizado para combatir la corrupción en el país.

Sin embargo, el presidente olvida que con semejante criollada habría cometido dos delitos nada menores, tipificados en el Código Penal, y que difícilmente pueden ser pasados por alto: la negativa a colaborar con la justicia, y el de falso testimonio.

Y, peor aún, cuando un medio de comunicación le pregunta al día siguiente por esta gruesa contradicción en sus declaraciones, que lo retratan como un mentiroso, el mandatario siguió mofándose, esta vez de la prensa, al calificarla como “chiste”, por el solo hecho de buscar la verdad de un caso que preocupa a la ciudadanía. El Colegio de Periodistas de Lima, por supuesto, rechazó de inmediato el insulto.

¿Cómo puede ser un personaje tan deshonesto ya no solo la máxima autoridad de la nación, sino siquiera un docente calificado? ¿Qué valor puede tener su ‘palabra de maestro’, cuando al inicio de su gestión aseguraba que el suyo sería “un gobierno con transparencia”, pero hoy se burla de ella un día sí y otro también, y por añadidura se burla con descaro de la justicia?

Mentiras con patas cortas y promesas que caen en saco roto. Incompetencia, corrupción, cinismo... Lo único cierto hasta ahora es que, escándalo a escándalo, este Castillo se sigue desmoronando.