Francisco Sagasti toma la posta del renunciante Manuel Merino de Lama, quien a su vez sucedió en el poder a Martín Vizcarra. Todo en una semana. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Francisco Sagasti toma la posta del renunciante Manuel Merino de Lama, quien a su vez sucedió en el poder a Martín Vizcarra. Todo en una semana. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)

Se mantuvo en suspenso a la población durante todo el fin de semana, pero finalmente fue posible que el Congreso eligiera a un nuevo presidente de su mesa directiva, quien a la sazón se convirtió en presidente de la República. Francisco Sagasti, del Partido Morado, fue el representante que logró contundente, legítimo y mayor consenso en el hemiciclo, luego de que fracasara un primer intento con la lista encabezada por Rocío Silva Santisteban, del Frente Amplio.

Será Sagasti entonces quien conduzca a la nación hasta el 28 de julio del 2021, cuando entregue el mando al nuevo presidente que resulte electo en los comicios de abril.

Demostrando, sin embargo, que en el Parlamento priman todavía intereses subalternos, de espaldas a la voluntad ciudadana y a las urgentes necesidades de las mayorías, la decisión se alargó innecesariamente hasta ayer lunes pasado el medio día. Después de bloquear el proceso el día anterior, el impresentable operador político de Antauro Humala, José Vega Antonio, planteó a última hora una lista alternativa que era toda una ofensa al Perú y a los jóvenes que marcharon y se sacrificaron por la democracia. La bancada antaurista –que se quedó prácticamente sola, junto con la de Fuerza Popular– en su defensa de Merino y la vacancia, postulaba a la presidencia nada menos que a la legisladora que se opuso a que la Policía Nacional diera explicaciones sobre los abusos cometidos en la represión de las marchas de protesta.

Reacomodos, mea culpas y renuncias a partidos o bancadas mediante, sacudidos por la rotunda masividad de las manifestaciones, incluso líderes y tiendas políticas que habían apoyado la impuesta designación de Merino, fueron retrocediendo hasta realinearse, esta vez con lo que la calle y el estado derecho demandaban, abandonado a su suerte al de Acción Popular y a Ántero Flores - Aráoz, cuyo gabinete entró en estampida el sábado por la noche.

Han sido pues jornadas difíciles, violentas y de gran dolor para las familias de los estudiantes fallecidos. La misión de Sagasti es ahora llevar al Perú hacia unas elecciones limpias y transparentes, prender de nuevo los motores de la reactivación económica y retomar el control de la pandemia.

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