(Foto: Adrian Meza/@photo.gec)
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Que un alto porcentaje (74%) de la ciudadanía perciba que las decisiones políticas que viene tomando el gobierno del presidente Castillo golpean a la economía del Perú, y al bolsillo de las familias peruanas, se relaciona directamente con lo que en estos días se puede ver en las calles, en las carreteras, en las minas, en los ministerios, en los mercados y ahora hasta en Migraciones.

La ineptitud general, la apatía, sobre todo en las instituciones públicas, llamadas a servir a las personas, es notoria a todo nivel. Es como si hubiéramos regresado en el tiempo, cuando los estándares de eficiencia administrativa eran inexistentes en las dependencias del Estado.

Ayer, las víctimas fueron centenares de compatriotas y extranjeros que, quién sabe si por las fiestas, tenían planeado viajar fuera del país y les resultó imposible por razones difíciles de justificar. Las pérdidas de vuelos fueron masivas. Y, por supuesto, la culpa se la echan siempre al “sistema”, que se cayó, o que no llega el papel de los pasaportes, porque la carretera está bloqueada, que los pedidos de insumos no han sido aprobados, etc., etc.

Una serie de pretextos ridículos, inaceptables todos en una entidad que hasta la llegada de este gobierno –y su recua de envarados palaciegos o recomendados por Perú Libre, ahora desempeñándose erráticamente en puestos estratégicos de la administración pública– contaba con un funcionamiento ejemplar, premiado internacionalmente incluso, por la alta calidad de su servicio y capacidad de innovación.

El problema se arrastra desde hace varios meses. Las colas en Migraciones son interminables y se han dado casos en que algunos hasta se vieron obligados a viajar a provincias para lograr una cita y así poder recibir su pasaporte a tiempo. Desde el retorno de la democracia, esto jamás se había visto, ni siquiera los pasaportes de emergencia se han podido expedir en los últimos días.

El caos se extiende a la oficina central de Breña, la del Callao y sobre todo a la del aeropuerto Jorge Chávez. Un fiel reflejo de lo que está sucediendo en todo el país bajo una gestión cuya incompetencia se hace patente hasta para gerenciar servicios públicos tan básicos como este. Un desastre.