Algunos comerciantes aprovechan la ocasión para hacer negocio con las camisetas. (César Campos)
Algunos comerciantes aprovechan la ocasión para hacer negocio con las camisetas. (César Campos)

No pasamos a la segunda rueda eliminatoria, pero el mundo admiró y comentó el entusiasmo y la alegría de la numerosa barra que acompañó a la selección.

Una marea blanca y roja viajó a Rusia, copó aeropuertos, buses, aviones y plazas, convirtiendo en locales a nuestros jugadores en las tres ciudades donde nos tocó jugar.

Fue un grupo humano que se estimó en más de 50,000 almas, representando a “todas las sangres”: adultos mayores, hombres y mujeres de toda edad, raza y diversidad de bolsillos, pero principalmente jóvenes.

Un mosaico de personas, el Estadio Nacional completo, pudo viajar, costear pasajes y hospedajes en temporada punta, trasladarse entre ciudades rusas, además de comprar entradas por Internet para alentar a nuestra selección.
¿Qué hay detrás de este despliegue? ¿Amor por la ‘Blanquirroja’? ¿Pasión por el fútbol? ¡Sí! ¿36 años esperando ver al Perú en un mundial? ¡Sin duda! Pero estas razones no hubieran sido suficientes para lograr esta movilización que copó estadios rusos. Esto no habría sido posible si nuestro país no hubiera estado inserto en la economía global.

La Constitución del 93, más allá de cuestionamientos sobre su origen, consagró la economía social de mercado. Desde entonces, se redefine el rol del Estado como subsidiario de la iniciativa privada y se adopta la economía de mercado. Atrás quedó el intervencionismo estatal.

¿Qué trajo este enfoque económico? En 35 años se ha mantenido un crecimiento sostenido a un promedio de casi 5% anual, triplicando el PBI.
Se ha reducido la pobreza en más de 20 puntos porcentuales. Se ha formado una clase media que, aunque vulnerable, tiene capacidad de consumo y acceso al mercado, educación y tecnologías. Una clase media que puede alentar a su selección, aunque esta juegue a varios kilómetros de Moscú.
Permitamos, entonces, que Perú siga en la senda del crecimiento, en la senda del libre mercado.

Nos vemos en Qatar; ¡esta vez, en octavos de final!