“Mientras el Estado no cumpla con sus funciones de manera eficiente y eficaz, no habrá posibilidad de que se eleve el bienestar (...). Sin esa condición, todo es ilusión”. (GEC)
“Mientras el Estado no cumpla con sus funciones de manera eficiente y eficaz, no habrá posibilidad de que se eleve el bienestar (...). Sin esa condición, todo es ilusión”. (GEC)

Sin duda alguna, la economía peruana tiene una fortaleza no bien valorada: la estabilidad macroeconómica. Son el equivalente a los cimientos de una casa; necesitas, además de ellas, construir la casa pues, de no hacerlo, no se logra aumentar la calidad de vida de todos. Por lo tanto, la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente para elevar el bienestar de todos.

¿En qué consiste la estabilidad macroeconómica? En dos pilares: por el lado monetario, la estabilidad monetaria a cargo de un banco central técnico, independiente y despolitizado; por el lado fiscal, un buen manejo de las finanzas públicas. Lo primero genera un tipo de cambio con baja volatilidad y una inflación bajo control, a menos que la inflación externa sea de tal magnitud que no se pueda controlar desde el BCR, como ocurre desde 2021. Lo segundo se expresa, tanto en un déficit fiscal bajo, como en una deuda pública relativamente baja (35% del PBI). Ambas son fortalezas que debemos mantener; en la misma línea, podemos agregar el buen sistema de supervisión y regulación del sistema financiero, a cargo de la SBS.

Sin embargo, y es lo que debe quedar claro, no son suficientes a menos que se hagan reformas para conectar las mencionadas fortalezas con el bienestar. No conozco a ningún economista serio que discrepe de lo anterior. Y tenemos que ser claros en lo que debemos cuidar, pues sin cimientos sólidos, ni pensar en el bienestar.

La tarea, entonces, consiste en hacer las reformas para conectar la solidez macro con el bienestar micro. A eso debemos abocarnos, sin descuidar los cimientos. Esto nos lleva a las reformas. Se trata de cambios en la manera, por ejemplo, como el Estado entrega servicios básicos a toda la población, aquí se incluye educación, salud, caminos rurales, etc. A poco tiempo del inicio de las clases presenciales, muchos colegios no están en condiciones de recibir estudiantes. ¿Es un problema de falta de dinero? No lo es. Las dificultades están en la burocracia y la limitada capacidad de gestión pública.

Mientras el Estado no cumpla con sus funciones de manera eficiente y eficaz, no habrá posibilidad de que se eleve el bienestar. Hay que tenerlo claro. Dejar de lado los discursos vacíos, tener un gabinete ministerial estable, que combine conocimiento técnico con voluntad política es una condición básica. Sin esa condición, todo es ilusión.

La autocrítica es indispensable. No se puede culpar al resto de todo. ¿Acaso usted, estimado lector, vive culpando a los demás? Estoy seguro de que no. No es una manera sana de vivir. Tampoco lo es para cualquier gobierno. Entonces, la idea es así: solidez macroeconómica + reformas = mayor bienestar.

Y en eso todos debemos ponernos a sumar, de manera que dos más dos sume cinco. Ahora suma tres, pues el conflicto es la norma. Cada uno quiere imponer su verdad y la falta de tolerancia y respeto a las ideas diferentes no es propia de una democracia.

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