(Foto: GEC)
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Lo del congresista Edgar Alarcón podría inscribirse en el Libro Guinness de los Récords Mundiales: suma ya nada menos que tres denuncias constitucionales en su contra mientras él continúa, muy suelto de huesos, despachando en su oficina parlamentaria en calidad de presidente de la Comisión de Fiscalización, quién sabe si una de las más importantes de este poder del Estado al tener que lidiar, justamente, con delitos de corrupción.

La fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, presentó inicialmente dos denuncias constitucionales al haber encontrado elementos razonables para presumir que Alarcón Tejada habría incurrido en los delitos de enriquecimiento ilícito agravado y peculado doloso cuando se desempeñó como titular de la Contraloría General de la República. Incluso antes de instalarse este Congreso, el excontralor venía siendo investigado, además, en las fiscalías especializadas en delitos de corrupción de funcionarios, así como en otras oficinas del Ministerio Público que siguen casos de lavado de activos y pérdida de dominio.

Y para mayor inri, el día de ayer la fiscal de la Nación añadió una tercera denuncia constitucional en su contra, esta vez por cohecho pasivo propio, ya que se le atribuye haber recibido una coima de 30 mil soles por haber levantado el congelamiento de una cuenta bancaria ligada a la organización criminal Los Temerarios del Crimen.

Hay que tener el pellejo muy duro para no haber renunciado a la Comisión de Fiscalización ante semejante tropel de acusaciones, pues, ¿con qué autoridad moral se puede poner este cuestionado personaje a la cabeza de indagaciones tan serias como las que el Congreso debe disponer? Y tampoco se entiende qué espera el resto de las bancadas para removerlo del cargo y más bien facilitar una investigación que debería afrontar en el fuero judicial, que es donde corresponde. Todo indica, no obstante, que los parlamentarios siguen enfrascados en la negociación de votos sobre la inmunidad y los impedimentos para postular a cargos públicos y quizá por eso no pueden ocuparse de otros temas medulares, como lo es este. Eso es, en todo caso, lo que quisiéramos creer.