Martín Vizcarra. (LuisCenturión/Perú21)
Martín Vizcarra. (LuisCenturión/Perú21)

Sobre el nuevo gabinete se ha repetido este comentario: “no conozco a nadie”, y sus respectivas variantes. Sin embargo, lo que unifica a la mayoría de ministros es una previa experiencia en gestión estatal. Se apunta a mover el aparato productivo para que la economía florezca y no se desperdicien las oportunidades que tiene el Perú, por ejemplo, en el campo de la minería. Que logren la eficiencia o no ya es otro cantar.

Varios de los flamantes ministros han ocupado el cargo de viceministros, hecho comprensible porque la crisis política que vivimos la semana pasada fue fulminante para la administración Kuczynski. Una bomba en una pecera.

Haría mal el régimen del presidente Vizcarra en no buscar la continuidad de las tareas, todos llegaron al poder bajo el mismo paraguas; desconocerlo ahora es imposible además de absurdo.

Otra opinión que circula es que faltan políticos. Suena contradictorio, porque el pedido era que los partidos, tan criticados, no participaran. Y así ha ocurrido. Veremos si en este gabinete hay concierto, batuta o desafinamiento permanente.

Aparte de impulsar la alicaída economía y combatir la corrupción, la mira del presidente está en bajar a como dé lugar el odio en la política nacional. Ayer, cuando le preguntaron por la relación con el Congreso, dijo claramente: “Basta de odios”. Y en su discurso ante el Parlamento aludió también a este preocupante tema.

Si Vizcarra logra reducir la hostilidad y el encono en el ambiente político, conseguirá la confianza de inversionistas y ciudadanos. Si se deja atarantar por los antifujimoristas, perderá su gestión y nuestro país. Pero será acechado, presionado, criticado y probablemente solo su bonhomía no servirá.

Tiene que hacer una intensa pedagogía que incluye a los medios, donde abunda la filiación política y las alergias. Se sabe que el publicista Maximiliano Aguiar, quien llevó la campaña de PPK, está siendo convocado para las comunicaciones del gobierno. Si su tónica es la de la elección pasada, será inconveniente para los propósitos del presidente.

De momento, el cuestionamiento a la ministra de Desarrollo e Inclusión Social viene de los sectores de derecha. La critican por militar en el Frente Amplio. Más que la posición ideológica, preocupa el asunto partidario. Se vienen elecciones, el Midis mueve plata y el clientelismo político puede aparecer. Tendrá que aclarar cuál es su relación con ese partido de izquierda.

Impulsar el avance de la ansiada reconstrucción será el cristal por donde miremos al gobierno de Martín Vizcarra. Veremos si tiene capacidad de acción, impulso para que el Congreso apruebe leyes necesarias y si propicia la sinergia entre los sectores, los gobiernos locales y los regionales. Es un año electoral, el río estará revuelto, cargado de animosidad, esa que Vizcarra quiere disolver.