Los burgomaestres liberteños continúan en la mira de la delincuencia.
Los burgomaestres liberteños continúan en la mira de la delincuencia.

Según un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), entre setiembre de 2018 y febrero de 2019, el 26.3% de la población urbana mayor de 15 años fue víctima de algún hecho delictivo. Con sorprendente paridad de género, la mitad de las víctimas fueron mujeres.

Cuando vemos las cifras por grupo etáreo, encontramos que los más afectados por esta violencia delincuencial son jóvenes. El 34.6% de las víctimas declaró tener menos de 29 años.

Ya era difícil dormir sereno en un país en el que casi la cuarta parte de la población está por debajo de la línea de pobreza y cerca del 40% de sus niños son anémicos.

¿Se puede vivir tranquilo en una sociedad en la que la tercera parte de sus jóvenes ha sido víctima de un asalto, robo, extorsión, abuso o estafa?

Algunos dirán que el Perú es más grande que sus problemas y que somos un país optimista, pero en materia de seguridad ciudadana, el pesimismo reina: la misma encuesta revela que el 86.6% de la población está convencida de que será presa de la delincuencia y ¡casi el 90% de los jóvenes se siente la próxima víctima!

La percepción de inseguridad también afecta con paridad matemática a hombres y mujeres, y la desconfianza en la autoridad es grande: solo el 17% de las víctimas denunció el delito, con lo cual la impunidad está asegurada.

Queremos que el presidente, el ministro del Interior y la Policía Nacional trabajen primero sobre la percepción: que nos cuenten qué están haciendo en materia de seguridad ciudadana, nos compartan la estrategia en curso contra la delincuencia, nos muestren la luz del túnel. Queremos un Estado que proteja a los ciudadanos pacíficos. ¿Habrá que tomar carreteras y bienes públicos para ser escuchados?

¡Queremos poder dormir tranquilos!

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