Diana Carolina, a medic at Memorial Healthcare System, receives a Pfizer-BioNtech Covid-19 vaccine from Monica Puga at Memorial Healthcare System, in Miramar, Florida on December 14, 2020. The United States kicked off a mass vaccination drive Monday hoping to turn the tide on the world's biggest coronavirus outbreak, as the country's death toll neared a staggering 300,000. / AFP / CHANDAN KHANNA
Diana Carolina, a medic at Memorial Healthcare System, receives a Pfizer-BioNtech Covid-19 vaccine from Monica Puga at Memorial Healthcare System, in Miramar, Florida on December 14, 2020. The United States kicked off a mass vaccination drive Monday hoping to turn the tide on the world's biggest coronavirus outbreak, as the country's death toll neared a staggering 300,000. / AFP / CHANDAN KHANNA

La conmoción causada por las declaraciones de Jaime Reusche, del Comando Vacuna, publicadas el domingo en Perú21, se justifica largamente. El propio viceministro de Salud, Luis Suárez, ha reconocido que el proceso de adquisición de vacunas contra el COVID-19 se está realizando “en un gran marco de incertidumbre” y que no hay un cronograma seguro para la llegada de las dosis que el Perú necesita.

Como voceros del gobierno y el Minsa han venido anunciando, las primeras vacunas llegarán en el primer trimestre de 2021, pero servirán apenas para inmunizar a 700,000 personas, cifra irrisoria considerando la población que tenemos en el país.

“Consideramos –dice Reusche– que durante el primer trimestre se debería vacunar al menos al 20% de la población. Para que esta sea efectiva se debe vacunar entre enero y comienzos de febrero porque son dos dosis con un intermedio de tres semanas aproximadamente y, para que tenga efecto, la vacuna demora entre siete y catorce días. Por eso es urgente firmar más acuerdos para tener mayores dosis de vacunas en el país. La vacunación es voluntaria, hay gente que no querrá vacunarse, pero para los que sí quieren, estas deben estar disponibles”. Más claro ni el agua.

Las excusas se están agotando, pues ni siquiera el acuerdo con Pfizer-BioNTech –proveedor de las primeras dosis y de otras que estarán disponibles en el “primer semestre de 2021”– parece estar totalmente cerrado. Otra remesa de vacunas, de mayor envergadura, proveniente de Covax Facility, arribaría al país todavía a mediados del próximo año.

Es decir, como se advirtió desde un inicio en estas mismas páginas, cuando el Comando Vacuna se ofrecía a mediar en las negociaciones para que el Perú no quedara rezagado en la distribución de dosis, estamos ahora al final de la cola, junto a Venezuela y Costa Rica; a diferencia, por ejemplo, de Chile, Argentina o Brasil, que compraron a tiempo y se han asegurado provisión y cobertura para casi el 100% de su población.

El gobierno, y concretamente la ministra Pilar Mazzetti, está obligado a dar un paso al frente y explicar con claridad a la ciudadanía la verdad sobre la marcha de estas negociaciones –además de acelerarlas, obviamente– y, desde luego, ofrecer un cronograma menos impreciso y más realista.

El Comando Vacuna se formó para ayudar al Minsa a gestionar la compra de las vacunas ¿Por qué el Minsa no se dejó ayudar? La ciudadanía exige una respuesta cabal.

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