Dos visiones sobre el peligro iraní

(Getty images)

Tanto el acuerdo de inspección de instalaciones nucleares de Irán, firmado por Obama y dirigentes del Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China en 2015, como la decisión de Trump de abandonar este tratado, parten de la premisa de que el régimen fundamentalista chiita de ese país es peligroso porque es expansionista: se han involucrado militarmente en Siria, Iraq y Yemen, y desde hace mucho tiempo adoctrinan, financian y arman a milicias chiitas como Hezbolá en Líbano. Además, Irán es el único país que amenazó con exterminar a otro: Israel, desde que los clérigos llegaron al poder tras la revolución islámica de 1979.

En la visión de Obama, la opción militar se descartó por la cantidad de reactores nucleares desarrollados por Irán y porque, aun con un eficiente ataque contra objetivos atómicos iraníes, solo lograría retrasar el objetivo del régimen para tener armamento atómico al costo de una guerra total en el Medio Oriente. Para Obama, la continuación de las sanciones debilitaría a los moderados pragmáticos iraníes interesados en el bienestar socioeconómico de la población en favor de los extremistas apurados en la consumación de bombas nucleares.

En la visión de los asesores en asuntos geopolíticos de Trump, sin sanciones Irán tiene mucho dinero para continuar sus proyectos de misiles de alta precisión, que le permite promover su proyecto imperialista chiita con sus tropas y por medio de grupos islamistas extremistas (Hezbolá y Hamas). El acuerdo nuclear de 2015, bajo esta perspectiva, implica negociar con un régimen totalitario, expansionista, que históricamente algunos comparan con el tratado de paz que firmó el primer ministro inglés Chamberlain con Hitler cuando, como advirtió Churchill, con los nazis no se podía negociar en el nombre de un ingenuo pacifismo. Es difícil saber qué hacer ante el peligro iraní.

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