Algunos comercios siguen funcionando en medio de la pandemia. (GEC)
Algunos comercios siguen funcionando en medio de la pandemia. (GEC)

Ampliar la cuarentena por dos semanas (por ahora) sin el bono familiar hubiese sido en la práctica una cuarentena sin efectos. Nadie puede evitar salir por tanto tiempo a la calle si no tiene cómo pagar cuentas y comida, así que la única solución sensata es colocar, lo más rápido y racionalmente posible, dinero en sus bolsillos. Algo que se debió haber hecho desde el inicio para evitar angustias y evitar que la cuarentena se fracture, pero el gobierno les prestó demasiados oídos a quienes creían que ensanchar el bono inicial era de un paternalismo injustificado.

Digan lo que digan los pesimólogos de oficio, esta es una medida acertada desde un enfoque de protección social, pero también económica, porque permitirá que luego estemos mejor preparados para salir de la crisis. Ahora esperemos que la focalización e implementación se hagan bien.

Aunque el bono traerá cierta calma económica, existe en paralelo un frente poco atendido: el encierro está generando situaciones de conflicto, estrés y violencia familiar imposibles de registrar oficialmente. Hace una semana, según la Defensoría y el Ministerio de la Mujer, en un mes de cuarentena en que estamos en casa, en el lugar supuestamente más seguro, se registraron 87 violaciones, de la cuales 56 fueron a niñas, y ocho feminicidios. Estos números son suficientemente repulsivos, pero es poco creíble que grafiquen la realidad: las violaciones dentro de casa se denuncian muy poco por miedo a la venganza, a la ruptura familiar o por dependencia económica, factores que además llevan a muchos a mirar para otro lado.

Sumemos a eso que es más difícil denunciar en tiempos de cuarentena, cuando el agresor está todo el tiempo en casa. Así que este es otro frente que el gobierno también tiene que atender, promoviendo su línea 100 y convocando a las mismas comunidades de vecinos a cuidarse entre sí.