(AFP)
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Hoy iba a seguir con la secuela de las aleccionadoras recientes declaraciones de Sonia Goldenberg, pero la interrumpo –momentáneamente– por dos temas ahora más importantes: la vacuna china y un par de nuevos medicamentos alentadores.

The Economist, que es la revista de mayor credibilidad mundial, tiene una estupenda sección de Ciencia, además de las de Economía, Negocios e Internacional. En su última edición (23 de enero) publica un artículo sobre las vacunas chinas con el ominoso titular Shots in the dark (juego de palabras ingenioso, pues sería Tiros o Inyecciones en la oscuridad). La bajada del artículo reza: “Las vacunas chinas pueden tener un rol grande. Pero hay dudas sobre su eficacia” para luego en el texto leerse afirmaciones inquietantes como que estas vacunas se saltaron las tres etapas normales de prueba y que se inocularon en junio pasado a trabajadores del aeropuerto de Pekín sin haberse testeado antes, para luego hacerlo con un millón de personas en noviembre, lo que califican como “un inicio aberrante”. Luego estas se “testearon” en varios países y al parecer, por tres razones que dan allí, su eficacia sí superaría ese 50% que se anunció en Brasil y que serán útiles, a pesar de “escasez de data, falta de transparencia y reportes conflictivos”. El artículo finaliza señalando que la OMS está aún evaluándolas para ver si cumplen todos los estándares. En suma, por culpa de Vizcarra compramos lo menos bueno y lo más caro de las vacunas.

Pasemos a lo positivo: han llegado noticias estupendas con los medicamentos Colchilcina y Aplidin. El primero es un viejo y barato remedio contra la gota que parece aliviaría mucho el ataque del COVID (aunque puede ser muy tóxico si no se usa en las dosis debidas, ojo), mientras que el segundo es un antiviral español que ha probado –aún preliminarmente– eliminar la carga viral. ¡A cruzar dedos!