Pedro Castillo y Vladimir Cerrón (Foto: Vladimir Cerrón)
Pedro Castillo y Vladimir Cerrón (Foto: Vladimir Cerrón)

En la segunda vuelta, la campaña de Perú Libre estuvo marcada por la improvisación de su postulante presidencial, quien a veces, de plaza en plaza, parecía ir por la libre respecto al cerrado discurso ideológico de su socio político Valdimir Cerrón y el de sus electos parlamentarios.

El sábado último, sin embargo, parece haberse consumado lo que algunos interpretan como mera cortina de humo y otros como el deslinde esperado: Castillo anunció su compromiso de mantener el equilibrio fiscal, promover las inversiones y pidió públicamente a Julio Velarde que se mantuviera en su cargo de presidente del BCR durante su mandato.

La idea obvia es tranquilizar a los mercados, intentar aplacar la incertidumbre que se cierne sobre la población y en especial aquietar un dólar tan sensible a la coyuntura y el entrampe electoral. De ser verdad tanta belleza, pues entonces se disiparía, al menos en parte, el temor de un gobierno que echará por la borda lo avanzado en la modernización de la economía y el crecimiento del país.

Pero, ni bien pasaron 24 horas del pronunciamiento de Castillo, el portavoz de la bancada de Perú Libre y sindicado por la PNP como miembro de Sendero Luminoso, Guillermo Bermejo, salió a aclarar, otra vez, como a lo largo de toda la campaña cuando alguien se salía del libreto, que Cerrón es el presidente del partido y, como dice la ranchera, su palabra es la ley: el ideario original es lo que van a desarrollar como gobierno y que la convocatoria a una Asamblea Constituyente es un tema “no negociable”.

Enmendarse la plana entre unos y otros durante la campaña es una cosa, pero, de confirmarse los resultados de la ONPE, entrar a gobernar el país con semejantes ambigüedades y contradicciones internas solo le haría más daño a nuestra frágil democracia, ya bastante magullada por las tropelías de los últimos Congresos.

Es hora de que el deslinde con el delirio totalitario del exgobernador de Junín, denunciado, investigado y condenado por una serie de delitos de corrupción, sea claro y resuene fuerte en todo el Perú.