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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

No me extrañaría que los autores de los crímenes dramatizados por la TV terminen exigiendo derechos de autor. Aunque la estrella fue el parricida, hubo historias igualmente trágicas y meritorias, como el horrible tránsito limeño, con la participación especial de un excanciller, o la madre a quien no le permiten ver a sus hijos y que nos dejó la sensación de que en Perú –en caso de disputa– se queda con sus vástagos el que tiene más fuerza. También hubo un reportaje, que no sabría adjetivar, a López Meneses, comentado por el ministro de Justicia, etc.

Me preguntaba, luego de esta maratón, si todos los televidentes que vieron lo que yo vi se van a la cama asumiendo que viven en un universo dislocado, incomprensible y, sobre todo, imposible de cambiar. Un universo en el que los seres humanos se han apropiado de la continuidad de la vida en el planeta y se comportan como si fuese posible organizar una sociedad sin reglas ni valores. Una sociedad donde triunfa inevitablemente el que tiene el carro más grande, la cuenta bancaria más sólida o el brazo más fuerte. ¿Hubo algo en la noche del domingo que trascendiera esa anécdota de inocente apariencia? Los grandes temas, como el cambio climático, la crisis financiera y el creciente poder del narcotráfico quedaron, como suele ocurrir, para la próxima semana.