Doctora contradicción
Doctora contradicción

Fue un comentario ciertamente malévolo el del electo congresista Daniel Urresti cuando alguna vez dijo que Yeni Vilcatoma ya había ingresado al libro de los Record Guinness por la cantidad de denuncias inútiles que había hecho a lo largo de su vida política. Malévolo, pero quizás no tan alejado de la realidad: la errática trayectoria de la otrora parlamentaria de Fuerza Popular (FP) se ha caracterizado, desde sus inicios, por una indesmayable vocación por la altisonancia y la búsqueda de titulares noticiosos, con la coherencia como recurrente daño colateral.

Expectorada de la lista que presentó el fujimorismo en las recientes elecciones congresales, Vilcatoma logró, sin embargo, enlistarse como candidata bajo las banderas de Solidaridad Nacional, donde se reencontró con otro personaje que FP había apartado de sus filas de manera nada elegante: la blindadora serial del disuelto Congreso, Rosa Bartra. Pero ese reencuentro fue casi como si hubiera ocurrido entre las cuerdas de un ring de box, pues ambas candidatas, amén de vacías promesas de “lucha contra la corrupción” que difundían más a siniestra que a diestra, se trenzaron en vocinglero intercambio de acusaciones y chismes, más digno –con todo respeto, por favor– de Los Chistosos que de un debate político serio. Para suerte del Perú y felicidad de la democracia, ninguna de las dos fue reelegida.

Sin embargo, en una demostración de que su olfato para el delito se mantiene intacto, de la doctora Vilcatoma se ha sabido en estos días que ha entrado a formar parte del staff de abogados del convicto Antauro Humala, quien, entre otros disparates etnocaceristas, últimamente promete fusilar a su hermano Ollanta apenas quede libre y sea elegido presidente.

Un nuevo giro, el enésimo, en el zigzagueante road show de quien comenzó su vida pública como procuradora anticorrupción y ahora la vemos vilmente reconvertida nada menos que en asesora legal de un asesino de policías.

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