(Violeta Ayasta /GEC)
(Violeta Ayasta /GEC)

Las municipalidades son las entidades del Estado que están más cerca de la población, las y los vecinos de un distrito tienen en sus alcaldes y alcaldesas la autoridad más cercana. Es a ellos a quienes les exigen seguridad, orden y servicios esenciales. En las municipalidades se tocan las puertas, se habla, se escucha, también se tiene que hacer prevalecer el principio de autoridad pues es la instancia del Estado que está más cerca de la gente.

Los municipios funcionan con un presupuesto que básicamente tiene su origen en los arbitrios, el Impuesto a la Renta y otros recursos que provienen de servicios que se prestan. La pandemia quebró las arcas municipales de los distritos del país, y a la vez sus vecinos le exigieron ayuda humanitaria porque la gente literalmente se moría de hambre.

En ese contexto, el gobierno central, a través del Ministerio de Economía y Finanzas, ha realizado transferencias a distintos distritos, con cifras desiguales que no responden a criterios técnicos. Hay distritos con una buena ejecución de sus recursos que han sido discriminados con cifras exiguas y, por el contrario, hay municipalidades ineficientes que han sido premiadas con millones, podríamos pensar que se trata de un criterio con base en la población, pero tampoco ha sido el criterio el número de habitantes.

En el contexto de la pandemia se requiere, más que nunca, distribuir los recursos del Estado con criterios técnicos, que cada centavo de la plata de las peruanas y peruanos se gaste con eficiencia y eficacia, sin favoritismos políticos. Ahora que la muerte nos ronda, el gobierno debe ser objetivo y justo.