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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Tres señoras vociferan maldiciones contra la unión civil mientras sostienen un cartel que dice: "Varón y hembra creó Dios". Un poco más allá, un hombre despliega sobre su pecho otro que dice: "No a la ley homosexual, Dios va a maldecir nuestro país". Como muchos creen en esto y otros muchos piensan (correctamente) que la unión civil es un paso antes del matrimonio homosexual, el Congreso, con su 10% de aprobación, no aprobó nada.

Las parejas homosexuales seguirán sin poder heredarse, sin poder visitarse en el hospital cuando solo se permita la visita de familiares, sin poder compartir un seguro. Derechos que tenemos todos por el inmeritorio hecho de haber nacido personas, como dice la Constitución.

Quizá, por ejemplo, para los congresistas Tubino, Eguren y Rosas, los homosexuales no son personas como todos y por eso no hay mal en que el Estado y la sociedad los discriminen un poco. ¿Por qué? Porque "amenazan" a "la familia", a "los niños" y ofenden a "Dios", como asegura el cardenal. ¿Y no se les ha ocurrido a Cipriani y a los congresistas que votaron en contra de la unión civil que la familia, los niños y Dios están más amenazados por los curas pedófilos que por homosexuales que solo quieren tener una hipoteca en pareja? Si la sodomía es lo que le preocupa, en el segundo caso al menos es consensuada. Para violar y discriminar sin inmutarse hay que despojar de su humanidad a los objetos para no sentir identificación ni empatía. Nada menos que eso.

Por eso, hijo mío, Dios te ama, pero con algunas condiciones: no puedes ser musulmán ni judío del medioevo, de ninguna manera puedes ser ateo y nunca, pero nunca, puedes ser marica.

Para todo lo demás, está el oscurito del confesionario.