Atropello en Manhattan deja al menos seis muertos. (AFP)
Atropello en Manhattan deja al menos seis muertos. (AFP)

Solo en la era de las redes sociales y del acceso a otros medios de comunicación, diferentes a los canales de televisión abierta, es que Andrew Yang, un joven demócrata candidato a la presidencia de los EE.UU., ha podido amasar el nivel de popularidad que ha llegado a tener, aunque aún con muy pocas posibilidades de ganar las primarias de su partido.

En parte, el ímpetu con la que su campaña presidencial ahora atraviesa los sets de televisión y las redacciones, se debe a su polémica propuesta de la renta básica universal (RBU). Yang propone darle a todos los cuidados norteamericanos mayores de 18 años, $1,000 al mes para sufragar sus necesidades.

La propuesta de Yang, que comparte algunos rasgos con la idea del impuesto negativo de Milton Friedman- mucho más acertada-, arrastra un coste de cerca de $1.8 billones y de ahí que muchos políticos vean con reticencia la idea de la RBU.

Su propuesta buscaría sustituir el valor que se otorga de programas sociales en dinero físico. Aquellos ciudadanos que ya perciban ayudas del Estado, a través de sus diferentes programas de asistencia social, podrán decidir si les compensa reemplazarlos a cambio de los $1,000 de la RBU. En otras palabras, no se recibe doble.

Algunos economistas estiman que el efecto que están teniendo las tecnologías sobre el tejido industrial, verá la destrucción de una proporción considerable de trabajos. Además, prevén que la velocidad con la que se destruyen mercados será cada vez más rápida de la que se construyen y, que por ende, el acceso al mercado laboral será cada vez más limitado. Ciertamente, hace recordar al ludismo de principios del siglo XIX en el Reino Unido.

Toda propuesta no carece de inconvenientes y esta mucho menos. La justificación moral de la RBU así como los efectos que tendría sobre la inflación, corrupción, financiación, estructuración y regulación, deben merecer un amplio y largo debate que involucre a todos los actores de la sociedad.

A mi parecer, la propuesta está muy adelantada a su tiempo, ya que por ahora no se detectan grandes desplazamientos de trabajadores afectados por las nuevas tecnologías, aunque no cabe duda que terminará ocurriendo.

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