El mundo está consternado por supuestas señales proféticas en los escritos de san Malaquías y de Nostradamus que harían referencia a la llegada de un papa negro. Dicha hipótesis perturba a algunos melanofóbicos, cuya fobia al color negro los conduce a fatalismos apocalípticos. Aquí les tenemos peores noticias.
Hace apenas unos días, de manera absolutamente fortuita, un turista japonés en la ciudad italiana de Padua encontró un manuscrito atado a una botella de vino. Este consistía en tres servilletas con apuntes de puño y letra fechados en abril de 1965 intitulados Temporibus nasum [1].
El descubrimiento sucedió en el histórico Caffe Pedrocchi de Padua cuando un turista nipón, encaprichado con degustar el vino de la región —el friulano—, demandó una botella en lo alto de un estante. Antes de ser descorchada el mozo se percató de los mensajes atados a ella. El mozo, por cierto, era el chosicano Ricky Canchaya.
La primera servilleta brindaba contexto. Canchaya, ya con década y media viviendo en Italia, leyó:
In tempi di merda, giorni del naso, della lucertola, dell’asino e del maiale, il naso vorrà nascondersi sotto le tonache dell’aria buona.
Mientras Canchaya traducía el mensaje al inglés para el comensal, desinteresado del mismo, el peruano, en cambio, empezaba a involucrarse personalmente. Traducción libre del primer mensaje:
En tiempos de mierda, días de la nariz, el lagarto, el burro y el chancho, la nariz querrá esconderse bajo las sotanas del buen aire.
Para un peruano estaba clarísimo: nariz era Dina, lagarto era Vizcarra, burro era Castillo, chancho era López Aliaga. Buscar refugio en las sotanas lo asoció inmediatamente con las ansias de Boluarte de asistir a los funerales de Francisco, natural de Buenos Aires.
Uy, curuju, se le escapó a Canchaya ante el creciente malestar del japonés, que lo que quería era trago.
La segunda servilleta era más reveladora.
I segnali saranno molteplici e confusi. Inizierà con tre mogli lasceranno il letto. Poi con le trionfo nel fallimento e con la resurrezione del presidente morto a Dallas.
Canchaya se abstrajo del momento. Se retiró a solas a una mesa vacía con las servilletas, su teléfono y una libreta. Un compañero suyo ya se había hecho cargo del japonés, que seguía reclamando licor acaloradamente y señalando al peruano que se iba con su botella. Canchaya tradujo:
Las señales serán múltiples y confusas. Iniciará con tres mujeres abandonando la cama. Después, con el triunfo del fracaso y la resurrección del presidente muerto en Dallas.
Canchaya se intrigó. ¿Tres mujeres que abandonan un hogar? ¿Se estaría refiriendo a Nadine, Eliane y a la esposa de Pedro Castillo? Aquello del “triunfo del fracaso” se le hizo más fácil: había leído el tuit de la Conmebol donde felicitaban, al cabo de 56 años, el triunfo simultáneo de tres equipos peruanos en la Copa Libertadores. En lo que se quedó atracado fue en la resurrección del presidente muerto en Dallas. Obviamente, se refería a John F. Kennedy. ¿Por dónde ese magnicidio se asociaba al resto del mensaje?
Canchaya, sin pensar, se sirvió una copa del friulano de 890 euros. Al diablo, pensó. Era el turno de la tercera y última servilleta:
Il naso e le sue follie, gli ubriachi al timone e il presidente credente annuncerannol’arrivo del presagio nero, autorità protettiva che stupirà il mondo e sagnerà la fuga della quarta donna e suo naso.
Tradujo al vuelo:
La nariz y sus desatinos, los borrachos al timón y el presidente creyente anunciarán la llegada del portento negro, autoridad protectora que asombrará el mundo y marcará la fuga de la cuarta mujer y su nariz.
Canchaya ató cabos. Había leído que Dina Boluarte, ‘la nariz’, había escrito en el cuaderno de condolencias de la nunciatura que lamentaba la “pronta partida” del papa Francisco. Un desatino absoluto, teniendo en cuenta que se refería a una persona de 88 años que venía de una doble neumonía. Lo de ebrios manejando se explicaba solo: un congresista peruano acababa de presentar la ‘Ley Borrachito’, proyecto que le devolvía el brevete a los conductores detenidos en aparente estado de ebriedad. No entendía lo del presidente creyente. ¿Era el mismo de la servilleta anterior?
El portento negro, la autoridad protectora, lo vinculó con el inminente cónclave en busca del próximo papa, donde varios cardenales africanos aparecían entre los favoritos. Le había llamado la atención el nombre de uno de ellos: Fridolín Ambongo, cardenal del Congo. Fridolín era descrito como “autoritario, popular y unificador”. Según Google, el origen de su nombre era alemán y significaba escudo de paz. Él es, dijo. Solo le faltaba descifrar lo del presidente y la cuarta mujer.
Sorbiendo el friulano mientras oía en el fondo un intercambio de gritos en italiano y en japonés, se dio cuenta de todo. Recordó el video viral que le había mandado su sobrina Stephany: un preso había escapado de Lurigancho saltando el muro. Su nombre presunto, del que ni el INPE estaba seguro, era John Kennedy. Al escaparse lo hizo gritando Aleluya, Cristo vive.
El reo Kennedy era el presidente creyente. La cuarta mujer y su nariz eran Dina pensando en emular esa fuga, frustrada por ahora.
La última pista la descifró al fijarse en la etiqueta del vino: friulano. Lo repitió en su cabeza —friulano, friulano, friulano— hasta que la palabra, casi por un milagro inverso, lo llevó a Fridolín.
Uy, curuju, volvió a pensar Canchaya. Abstraído en las trascendencias reveladas ni se inmutó cuando su jefe le espetó al oído que quedaba despedido.
[1] En latín: “tiempos de la nariz”.