En su conferencia de prensa, donde ofreció una evaluación de su gobierno el miércoles pasado, y en medio de la crisis de inseguridad y política, la presidenta rescató el buen desempeño económico. Se refirió al crecimiento de la economía, la reducción de la inflación y la estabilidad de nuestra moneda, como si la política y la economía pudieran ir por caminos separados.
Si bien la economía va a crecer al 3.7% en el tercer trimestre de 2024, mucho se debe a factores exógenos al manejo económico, como fue la reversión de los choques que experimentamos el año pasado, la recesión o la irresponsable aprobación del retiro de los fondos de pensiones y CTS, que han dejado desprotegidos a millones de trabajadores. Sin embargo, si hacemos una evaluación desde que llegó al Gobierno, en diciembre de 2022, y asumimos que la economía debió crecer a su tasa de crecimiento potencial del 2.6% (la tasa que debería crecer si la economía usa sus factores de producción a plena capacidad), en agosto de este año el PBI está 1.6% por debajo de donde debió estar.
Algo parecido sucede con la creación del empleo. Si bien, en agosto, la creación de empleo formal aumentó en 2.4%, esa tasa esconde el verdadero desempeño nacional. Si tomamos los datos del INEI del segundo trimestre de 2024, en los dos últimos años hemos perdido 107,000 puestos, y lo más preocupante es que estos se han concentrado en la población joven y en las pequeñas y medianas empresas. Más preocupante es el aumento de 334,000 trabajadores que han ingresado a las filas de la población inactiva, que ya perdieron las esperanzas de buscar empleo.
Tomar crédito por la reducción de la inflación y la estabilidad del sol parece un despropósito, y solo se le puede atribuir al buen manejo del BCRP. Sin embargo, los economistas sabemos que un elemento central para la reducción de la inflación es la disciplina fiscal, algo que no mencionó en su evaluación. El alto déficit solo dificultaría esta tarea. Tampoco mencionó los sustanciales aumentos de sueldos y salarios del sector público que han hecho la labor del BCRP aún más complicada.
También es importante notar que la reducción de la inflación se hace más difícil en una economía que experimenta una reducción en su tasa crecimiento potencial, como notan los estudios del BCRP. Mucho se debe a la contrarreforma liderada por el Congreso y avalada por el Ejecutivo, que ha resultado en la reducción del crecimiento potencial. En una economía con una tasa de crecimiento potencial en retroceso es más difícil para el Banco Central el control de la inflación, que consiste en alinear la oferta con la demanda, lo cual requiere de una política monetaria bastante más restrictiva.
El resultado de esta política monetaria más astringente ha sido la estabilidad monetaria, que claramente nos ha beneficiado al transferir mayor capacidad adquisitiva al consumidor. Pero también viene con un costo. Desde el inicio de la subida de tasas del BCRP, el tipo de cambio real se ha fortalecido en 17.8%. El costo de una moneda fuerte es una pérdida de competitividad de nuestras exportaciones y menor crecimiento a largo plazo.
Pero la presidenta dejó de mencionar quizás la variable más importante de nuestro desempeño, la inversión privada, que ha venido cayendo sostenidamente. Poco se ha hecho por promoverla y mucho por ahuyentarla. De nuestro periodo de rápido crecimiento sabemos que la inversión privada, la innovación, la educación y el Estado de derecho son los elementos claves de un rápido crecimiento, y la presidenta, sorprendentemente, se olvidó de mencionarlos.