Poder sin querer.
Poder sin querer.

Llamativo y sintomático el resultado de la encuesta del poder de Semana Económica elaborada por Ipsos. Después de muchos años, un mandatario comparte, en la cúspide del ranking, la cuota de poder con otro personaje.

Así, Dina Boluarte, según el estudio, no es más “poderosa” que su premier Alberto Otárola, pues ambos aparecen empatados con 85%. Y Otárola es el primer jefe de gabinete que ostenta el mismo poder que el presidente. Antes, compartieron cuota, ahí en las alturas de la encuesta, el expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, así como muchos años atrás, figuraron Alberto Fujimori y su asesor, Vladimiro Montesinos.

Podría explicarse esta percepción de Otárola –inamovible del cargo por ahora– a un tema puntual. La defensa ardorosa que hizo de la respuesta del gobierno a los actos de violencia de diciembre y enero últimos, pese a los pasivos que hasta hoy arrastra.

Luego, ha sido el primer ministro quien dio la cara cuando el gobierno tuvo que tomar decisiones difíciles, polémicas, pero de necesidad inmediata, con declaraciones firmes, más allá de que fueran discutibles o no. Algo que ciertamente tiene que ver con el liderazgo.

La gran responsable de este empate es Boluarte, pues pareciera que ha cedido el poder por acción y omisión. En los últimos días, ha sido el premier quien ha salido a dar explicaciones sobre los problemas del país: seguridad, baja inversión, proyectos mineros y demás. Ha salido, incluso, a responder sobre la denuncia contra el asesor de la presidenta sobre un caso de violencia doméstica.

Lejos de dar la cara, Boluarte pareciera más bien estar distanciada de la prensa y del control ciudadano en momentos en que se le pide a gritos planes estructurados, estrategias serias, tanto para luchar contra la delincuencia como para impulsar la reactivación económica del país.

Es decir, temas urgentes ante los que la ciudadanía continúa esperando un planteamiento verosímil y consistente. Porque para eso están los líderes y ni qué decir ya los jefes de Estado.

Y la presidenta se da el lujo, además, de rematar su falta de sindéresis solicitando ante el Congreso un nuevo permiso de viaje al extranjero.

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