/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229170
Percy Medina por nueva Mesa Directiva: "Tenemos que estar vigilantes"
/getHTML/media/1229169
Carlos Basombrío: "La lista que salga será más de lo mismo"
/getHTML/media/1228869
Iván Arenas: "Hay riesgos si APP asume Mesa Directiva"
PUBLICIDAD

Diego Salazar: La cruz y el chicharrón

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Una candidata comparecía de blanco con una cruz colgándole del cuello. La cruz llamaba la atención; pese a ser uno de los países más religiosos de la región, dios no ha sido protagonista de la campaña. El significado se desvelará al final del debate: la candidata suscribirá un compromiso con el electorado, atajando los cuestionamientos que se le hacen, todo reforzado por su disfraz de primera comunión.

La candidata de izquierda, que había escalado en las encuestas luego de una accidentada entrevista televisiva que estalló en memes y miles de clips de video, combinaba su hablar amable con una blusa fucsia. Roja, pero no tanto. Lejos –pero no tanto– del Humala del polo rojo de 2006.

El candidato de acento extraño, al que llaman "gringo", aparece y lee un discurso con la cabeza gacha. Sin mirar a la cámara, sin el más mínimo gesto de complicidad. El candidato con el que resulta difícil identificarse no hace ningún esfuerzo por acortar la distancia y estrechar la mano de los electores indecisos.

En política, la forma es el fondo; el gesto, el significado. Aun más en una campaña tan amateur y accidentada como la peruana, donde todo está en juego siempre, donde hasta el último día puede cambiar la cédula y la luna de miel puede llegar a su fin por culpa de un chicharrón.

TAGS RELACIONADOS