(Hugo Curotto / @photo.gec)
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La sensación de este año pasa por emociones intensas como la incertidumbre, la impotencia, el miedo, la evidencia de las diferencias sociales y un irresponsable oportunismo político.

Nadie puede quedar indiferente ni a los impactos de la pandemia ni a sus efectos económicos, ni a los vaivenes nacionales que nos han puesto a tres presidentes, un Congreso deslegitimado por un proceso atormentado de vacancias en medio de impulsos de proyectos populistas que remecen las estructuras fiscales y financieras que costaron tanto en las últimas décadas mantener.

Además, una crisis institucional dentro de la Policía por el paso al retiro a 18 generales. Esa decisión terminó con la renuncia del ministro Rubén Vargas. La cereza de la semana en el mes navideño: el bloqueo de la Panamericana Sur por demandas legítimas, embalsadas, de trabajadores que han visto el crecimiento de ese sector empresarial sin las protecciones laborales debidas.

Esta desidia de los empresarios y la falta de fiscalización en la aplicación de la ley de promoción agraria, vía services, les han puesto en bandeja la capitalización de la protesta a los sectores de izquierda, y a los congresistas que buscarán un remedio que puede resultar peor que la enfermedad. Es más, la Junta de Portavoces del Congreso (que es como un plenito) ha puesto en agenda la derogatoria del régimen especial agrario.

Hoy se presenta el Gabinete Bermúdez ante los congresistas en busca de la confianza. Recién comenzamos el mes más esperado del año, el mundo le pone “acelerador” a lo que todos esperamos, la vacuna, pero en nuestro país parecen converger “muchas epidemias juntas” cuyos antídotos aún no hemos descubierto.

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