Martín Vizcarra indicó que trabajando juntos se lograra "la transición a un nuevo periodo para tener los peruanos las autoridades que nos merecemos". (Foto: GEC / Video: Canal N)
Martín Vizcarra indicó que trabajando juntos se lograra "la transición a un nuevo periodo para tener los peruanos las autoridades que nos merecemos". (Foto: GEC / Video: Canal N)

¿Es Vizcarra populista? Sí. La definición ideacional –de Mudde y Rovira– considera el populismo como una “ideología delgada”, una narrativa que emplea una división maniquea entre la élite política, siempre corrupta, y el pueblo, honesto por naturaleza. Además, se considera al pueblo como máximo soberano, representado por el líder populista. Lo determinante no es que este dirigente conduzca sus políticas azuzado por el humor popular, sino que emplea su popularidad para estigmatizar a sus rivales políticos. Estos últimos conforman el “establishment perverso” a combatir. En el discurso vizcarrista, este lugar lo ocupan principalmente el fujimorismo y el Apra, con representación parlamentaria. Luego, agitar en plazas y calles el eco “cierre el Congreso, cierre el Congreso” es ciertamente populista.

¿Es Vizcarra autoritario? No. Rige su gobierno según normas constitucionales vigentes. Aunque ha promovido sustantivas modificaciones legales, las mismas no apuntan a una concentración a ultranza del poder, ni a su perpetuación en el cargo. La alteración del equilibrio de poderes, pretendida mediante reformas políticas al Legislativo y por arrogarse la dirección reformista del sistema judicial, ha sido truncada y contenida por los poderes respectivos. Hasta el momento, Vizcarra ha respetado este lindero. Si bien sus iniciativas de confrontación de la institucionalidad vigente perfilan perjuicios importantes para el funcionamiento de la política (como la prohibición de la reelección congresal), no buscan socavar directamente la naturaleza democrática del régimen.

¿Es de izquierda? Tampoco. Vizcarra ha contrariado la viabilidad de proyectos mineros (“Tía María no va”) y propuesto adelantar las elecciones generales, sintonizando así con la agenda de las bancadas zurdas y del movimiento social “radical”. No obstante, no parece guiarse por un compromiso ideológico marxista, sino por conveniencia política. Más que una “ideología de centro”, lo suyo es un estilo pragmático. Por otro lado, el uso de mecanismos de consulta popular –como el referéndum– no es exclusivo de la izquierda. Son recursos plebiscitarios empleables a discreción por cualquier ideología o régimen político. Empero, en el caso de Vizcarra, estos instrumentos consultivos se apoyan en fundamentos de democracia directa y no en preceptos de democracia participativa –más representativa de la izquierda–. Vizcarra convoca a referéndums, no al asambleísmo.

Un clima de polarización se presta a la tergiversación de conceptos políticos. Hay que tenerlo presente para no desvirtuar el análisis
político.

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