Este 9 de diciembre los peruanos también decidirán en el referéndum sobre si están de acuerdo o no con la no reelección inmediata de congresistas. (Foto: GEC)
Este 9 de diciembre los peruanos también decidirán en el referéndum sobre si están de acuerdo o no con la no reelección inmediata de congresistas. (Foto: GEC)

Según algunas leyendas, para matar al hombre-lobo, la bala tiene que ser de plata y ahí se origina lo de una solución milagrosa para un problema complejo. En el Congreso abundan los depredadores, pero no hay bala de plata para acabar con ellos.

Si yo fuera peruano, solo votaría que sí a la segunda propuesta –la que convierte en delito la financiación ilegal de los partidos– aun a sabiendas de que el remedio no acabará con la enfermedad; y para muestra un botón: el alemán Helmut Kohl, uno de los políticos europeos más honorables del siglo pasado, tuvo que dimitir de premier por contribuciones ilegales a su partido, entre ellas un millón de marcos de un traficante de armas.

Dos son mis argumentos. Por un lado, la calidad de la democracia tiene mucho que ver con la instrucción de la población y eso solo lo cambian un buen sistema educativo y el tiempo. Por otro, en cuanto a la corrupción, cuando es sistémica, tan difícil es operar una transformación desde adentro como encontrar una aguja en un pajar, porque ‘todos están amarrados’, por utilizar el término de Alfredo Torres en una presentación de la encuesta sobre la corrupción: para más de la mitad de los encuestados, la impunidad era resultado de la colusión entre corruptores, corrompidos y quienes debieran sancionarlos.

La meritocracia no es garantía para solucionar los problemas del CNM y la OCMA porque lo más probable es que la corrupción se desplace a la administración de los concursos, como ocurre con las licitaciones de la obra pública, amén del ‘¿quién vigila al vigilante?’ de Juvenal.

El voto voluntario no es ni condición necesaria ni suficiente para que se elijan mejores gobernantes: Luxemburgo, Australia y Uruguay los tienen y el voto es obligatorio. Ni lo es la eliminación del voto preferencial, pues docenas de democracias sólidas lo emplean para una o ambas cámaras, entre ellos Austria, Dinamarca, Países Bajos, Finlandia, Noruega, Suecia y Suiza.

Tampoco lo es el bicameralismo –la reinstauración del Senado–; si no, cómo se explicaría que una centena de países, entre ellos Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda y Portugal, funcionen solo con una cámara. Ni lo es la implantación de distritos uninominales. ¿No es así la elección de alcaldes y gobernadores? ¿Cuántos hay en la cárcel?

La no reelección fue lema de la revolución mexicana en la que los líderes se mataban unos a otros. Ya sin reelección, a la revolución le siguieron siete décadas del PRI. Casi ningún país prohíbe la reelección de congresistas. ¡Por algo será!

El mal Congreso es un reflejo de todo lo demás, no resultado de la reelección.

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