Participación del Perú en comité de la OCDE permitirá recoger experiencias y estándares que se pueden introducir en la regulación local. (Foto: USI)<br>
Participación del Perú en comité de la OCDE permitirá recoger experiencias y estándares que se pueden introducir en la regulación local. (Foto: USI)

Las Sunat de casi todo el mundo están colgando data bancaria en la nube. Nuestra Sunat tendrá el password el próximo año. Utilizará esa data para identificar patrimonios no justificados y para cobrar los impuestos que se deban. Esa big data va a provocar desnudez financiera y pánico en quien no esté preparado. Pero sobre todo va a producir una revolución en el modo como se ha entendido el derecho hasta ahora. Se adopta la frase soft law para hablar de eso.

El intercambio de data bancaria es un requisito para ingresar a la OCDE. El Perú lo está cumpliendo. Forma parte de una política contra la elusión tributaria denominada BEPS por su sigla en inglés. Para ejecutar la política, existen unos guidelines o lineamientos que la van ajustando e interpretando en el tiempo. Ocurrirá entonces que las fiscalizaciones tributarias serán reguladas también por esos lineamientos. Si reclamamos, el Tribunal Constitucional podría resolver que tales lineamientos explican mejor el deber constitucional de contribuir y que ese deber prevalece sobre los derechos de protección a los contribuyentes, como lo ha dicho en sentencias anteriores.

Por eso se le dice soft law, porque suavemente, sin advertirlo, los lineamientos empiezan a ser aplicados en las relaciones jurídicas internas, aun cuando no son ley nacional. Esto es lo nuevo porque los estados nacionales han sido soberanos en asuntos fiscales desde hace 800 años, cuando Juan sin Tierra aceptó que los tributos sean regulados solo por el Congreso. Esa soberanía ha muerto. En adelante, los tributos serán un commodity en un mundo globalizado gobernado tributariamente desde la OCDE.

Pero ocurre que esos lineamientos han sido diseñados para ser aplicados por instituciones bien distintas a las nuestras. Es como si nos dijeran que ya no se juega al fútbol sino al hockey. Parece bien, es un deporte similar, aunque en lugar de una pelota habrá un disco, que debe ser metido en un arco más pequeño, no con los pies sino con un bastón. El problema se presentará cuando nos demos cuenta de que es hockey sobre hielo y que nunca hemos patinado. Mismo deporte, mismas reglas, pero en realidades diferentes.

En ese nuevo mundo, la certeza jurídica no estará en el texto de la ley, sino en un paradigma social de lo que es hacer las cosas bien. Parece subjetivo, pero no será arbitrario si lo garantizan una administración y unos tribunales con potencia intelectual y autoridad ética. Sucede en Europa, ¿sucederá aquí? Riesgo y reto enorme, pero a eso vamos.

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