Protestas en Arequipa por el proyecto minero Tía María. (Foto: GEC)
Protestas en Arequipa por el proyecto minero Tía María. (Foto: GEC)

Como si viviéramos en la más boyante prosperidad, el paro indefinido en Arequipa continúa golpeando a la economía del país. Los despachos mineros al exterior cayeron ya un 11.1% en el primer semestre del año y las pérdidas económicas que esta paralización ha generado sobrepasan los 800 millones de dólares.

Los envíos desde el puerto de Matarani han sido considerablemente afectados. Tenga en cuenta que el 98.7% de sus despachos son del sector minero.

En la convulsionada región characata, en estos momentos, todo son ruidosas marchas con piedras surcando el aire, amenazas a los transeúntes, lemas contra el Gobierno o las mineras, y bloqueos de carreteras que duran horas antes de que las fuerzas del orden lleguen al lugar a restaurar el ídem… cuando pueden hacerlo, aunque sea de manera temporal.

Los dirigentes de la protesta, ajenos a cualquier necesidad o amenaza, salen cada tanto de sus cómodas bases a arengar a las muchedumbres y, una vez que estas han partido, organizadas en compactos pelotones, hacia distintos puntos urbanos o viales con la misión de propagandizar –léase generar desórdenes y enfrentamientos callejeros– su rechazo a la minería, se dedican a monitorearlas desde sus dispositivos móviles.

El perjuicio, que se extiende a casi todos los sectores productivos de la sociedad, como hicieron ver los miembros de la Cámara de Comercio de Arequipa y la Confiep, con obvias repercusiones a nivel nacional, se agravaría en los próximos días. Ello sin contar los daños que están infligiendo a la imagen de la Ciudad Blanca, en cuanto destino turístico o de inversión, de los que sin duda tardará en recuperarse.

Y, por otra parte, el efecto contagio en otros rincones del país se hizo patente la semana pasada, con los incendios provocados por una turba de manifestantes durante la protesta en Talara.

Cabe esperar que, cuando llegue el momento, las autoridades regionales aupadas al liderazgo de este conflicto –así como las autoridades nacionales que siguen dejando pasar los días sin encontrar salidas– sepan responder ante la justicia por el caos, destrucción y daños que están generando.

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