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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.comLa reciente revelación del congresista Carlos Bruce en el diario El Comercio, donde da a conocer su opción sexual, hizo pasar desapercibido un dato relevante de nuestra coyuntura política: el 22% de aprobación presidencial en la última encuesta IPSOS, que implica una caída de 2 puntos respecto al mes anterior.

En efecto, se consolida así la percepción general sobre la falta de liderazgo en el sillón presidencial. De hecho, es la principal queja de los encuestados: 50% considera que no tiene liderazgo (y 46% que no tiene capacidad).

Todo ello, si se suma a las recientes declaraciones de la Primera Dama a la revista Cosas, termina por dibujar un escenario muy peligroso a falta de dos años de gobierno nacionalista.

¿Cómo llevar adelante reformas y/o impulsar megainversiones sin un mínimo apoyo popular? Difícil, sin duda, aunque no imposible. Requiere, si de sacar los proyectos y reformas se trata, de la búsqueda de consensos con otros partidos políticos (hipótesis negada en este gobierno) o un plan de trabajo que interiorice esta deficiencia, con lo cual se hace necesaria una figura de peso en el Ejecutivo. Un Premier reconocido, independiente, con manejo político y una indiscutible trayectoria. Aquí empiezan, entonces, las dificultades reales.

Primero, porque sabemos que el Ejecutivo tiene un complejo sistema de contrapesos, donde unos ministros pesan más que otros, sin importar el organigrama formal del gobierno.

Por otro lado, las cabezas visibles en el Ejecutivo (aquellas que podrían llevar adelante los megaproyectos) se encuentran bajo los reflectores; es decir, no son sujetos de confianza. ¿Un gabinete cuestionado goza de la confianza necesaria para llevar a cabo proyectos de miles de millones? Creo que no.

Algunos dirán que para crecer más necesitamos inversiones y que estas no se deben retrasar. Ello supone poner nuestra calidad institucional por detrás del ánimo económico, razón fundamental de nuestra precariedad institucional.

Es un momento de definiciones; está en las manos del Presidente volver al carril del crecimiento y a las mejoras institucionales.