(GEC/Referencial)
(GEC/Referencial)

Ha llamado poderosamente la atención la fuerte crecida –por lo prematura para la época– del río Huallaga en Tingo María. La fuerte torrentada y los escombros que arrastra se llevaron inclusive el equipo de medición de caudales que forma parte de la red hidrométrica nacional.

A quienes nos es familiar Tingo María nos impresionó ver el aeropuerto local bajo las aguas. Pero el tema no es solo Tingo María que está en la zona alta del valle. El SENAMHI ya ha emitido alertas sobre la parte baja en la proximidad de Yurimaguas. Ello significa abundante lluvia en los valles que aportan al Huallaga. No solo sobre él.

Las previsiones –como se indicó en esta misma columna la semana pasada– para el verano 2020 estiman que las acumulaciones de lluvia, en términos generales, y a lo largo y ancho del territorio, estarían por encima de sus promedios históricos.

Como sabemos, los promedios históricos conducen en nuestra geografía –necesariamente– a múltiples desbordes e inundaciones súbitas o huaicos como comúnmente las conocemos.

A mirar bien los cielos y las cuencas pues este año, con nuestra prensa concentrada en la política y pronto en las Eliminatorias, nadie está hablando sobre lo que se viene en materia climática: desbordes y huaicos.

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