Martín Vizcarra inspeccionó labores de Sedapal en SJL. (Foto:  Giancarlo Avila | GEC)
Martín Vizcarra inspeccionó labores de Sedapal en SJL. (Foto: Giancarlo Avila | GEC)

En marzo de 2017, la pista de la cuadra 12 de la avenida Próceres de la Independencia, en San Juan de Lurigancho, se hundió. El peso de un camión que por ahí pasó fue el detonante. A pesar de que la avería se produjo cerca de la estación Pirámide del Sol de la Línea 1 del Metro de Lima, ninguna autoridad distrital se inmutó. El 2 de enero de este año, la misma cuadra amaneció con enormes rajaduras y aun así nadie dijo nada..

Los vecinos de la zona fueron testigos de los dos episodios que debieron servir de alerta para las autoridades, pero ni los unos ni las otras se dieron por enterados. El asfalto no se hunde de la nada, algo andaba mal; hasta que la desgracia asoló.

La madrugada del domingo 13 de enero, ríos de aguas servidas –pestilentes, invasivas y sumamente dañinas para la salud— salieron de los buzones de desagüe de la urbanización Los Jardines para irrumpir en las casas, los negocios y los colegios.

Sedapal tardó horas en llegar. Recién ayer por la tarde el desastre pudo ser controlado. Los vecinos todavía no terminan de comprender tanto infortunio. Más allá de sus bienes destruidos, sus hogares se han convertido en focos de contaminación. El Gobierno ha tenido que declarar el área en emergencia ambiental por 45 días.

¿Quién responde por todo esto? Ayer el presidente Vizcarra dijo que la reubicación de la matriz de agua y desagüe de esa zona de SJL estuvo a cargo de la contratista que ejecutó el tramo 2 de la Línea 1 del Metro de Lima. Sin mencionarlos, el presidente se refirió al Consorcio Metro de Lima conformado por Odebrecht Ingeniería & Construcción Internacional y la constructora Graña y Montero.

No obstante, la responsabilidad de la supervisión era indefectiblemente del Estado y concretamente de Sedapal, que recibió la obra. Esta concluyó en mayo de 2014. En el gobierno estaba Ollanta Humala y en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, uno de sus hombres de confianza: el ingeniero Carlos Paredes.

El siniestro, según Francisco Quezada, gerente de Gestión de Aguas Residuales de Sedapal, se produjo porque una tubería matriz de desagüe –de 1.50 metros de diámetro– se llenó de piedras y lodo. Y el hundimiento de la pista fue consecuencia de una filtración de agua que data de varios años.

Mientras duran las investigaciones y se determinan las responsabilidades, 1,500 damnificados –de acuerdo con cifras del Indeci– han visto sus sueños deshechos, sus esfuerzos inundados y su salud y la de sus hijos en riesgo.

Son el eslabón más vulnerable de una cadena de negligencias. ¿Quién reparará ese daño?