Para representar una posición política, no basta con tener poca simpatía por quien ostenta una postura contraria. Además de mantener una rivalidad apasionada con quien está en las antípodas de tu ideología, es clave que tengas claro qué defiendes con esta última.
Por ejemplo, para ser de derecha nos solo basta con ver en la izquierda a tu máximo oponente, también tienes que creer, entre otras cosas, en el libre mercado, la iniciativa privada, el valor de los individuos y oponerte a las intrusiones del Estado en el flujo natural de la economía y la sociedad. Pero en nuestro país, cierta agrupación política nos demuestra no estar al tanto de esto: Fuerza Popular.
Y es que una de las cosas que ha caracterizado a la bancada mayoritaria, es la facilidad con la que atacan a sus rivales utilizando términos como “caviar”, “rojo” o “terruco”, los mismos que, con cierto énfasis, sugieren un odio visceral a la izquierda. De hecho, si citamos al congresista Héctor Becerril cuando dice que “los caviares quieren un país dividido y violento” (17/12/16), podríamos creer, incluso, que el legislador está convencido de que la agenda de este grupo ideológico es perniciosa para el Perú.
Pero la verdad es que, a la hora de legislar, Fuerza Popular ha demostrado que no le tiene tantos anticuerpos a algunas posturas con las que la izquierda estaría de acuerdo. Es más, en muchos casos pareciera que compite con esta para ver quién saca adelante los proyectos más intervencionistas y costosos para el Estado.
Recientemente lo hemos visto con dos casos concretos. El primero y el más grave es el que modifica la base del cálculo y aumenta la CTS que Essalud debe pagar a sus trabajadores, lo que puede devenir en la quiebra de la institución al implicar un próximo gasto de S/ 700 millones. Una medida populista, que quiere privilegiar a los trabajadores al extremo de sacrificar a los usuarios en el proceso (discriminando a otros empleados del Estado, además). Uno hubiera esperado que los “derechistas” del Congreso combatan esta medida, pero esta se aprobó con los votos de Fuerza Popular y sus colegas de izquierda.
El segundo caso es el del dictamen que aprobó el Congreso que establece que los servicios de estacionamiento deberán, entre otras cosas, cobrar por minuto a sus consumidores. Con esta medida el Estado mete su visible mano en la forma en la que los empresarios conducen sus negocios, una medida que nadie en su sano juicio creería que viene de la autoproclamada “derecha” en el Congreso. Sin embargo, el dictamen acumula, además de un proyecto de ley de Richard Acuña, dos de Fuerza Popular.
Así las cosas, está claro que pasado el momento de los insultos y las diatribas y llegada la hora de actuar, algunos se olvidan de las convicciones que mostraron en ese primer momento y eligen plegarse a las ideas de aquellos que tanto criticaron. En el caso de nuestra mayoría parlamentaria los casos sobran (propusieron regular el precio de los medicamentos, mostraron cercanía a Pedro Castillo en huelga docente, están de acuerdo con que el lote 192 lo explote Petro Perú, querían veeduría para medios de comunicación, etc.) y quizá convendría que se pregunten “¿En verdad somos de derecha?”.