Demócratas precarios
Demócratas precarios

En el año 2009 el politólogo Eduardo Dargent publicó Demócratas precarios (IEP), un interesante análisis sobre la falta de solidez de nuestra cultura democrática, que, lamentablemente, mantiene vigencia. En aquella oportunidad, asomaba en el horizonte una definición electoral entre el fujimorismo y el nacionalismo. En esta ocasión, es la segunda vuelta entre Fujimori y Castillo la que llama a su relectura.

La tesis principal del libro es que “en el Perú y en varios estados de América Latina, a pesar de la duración de la democracia desde los años setenta y ochenta, las élites de derecha e izquierda subordinan su compromiso con la democracia liberal a sus intereses de corto y mediano plazo” (p. 13). Así, se produce en algunas personas un juego estratégico: cuando un gobierno o candidato(a) con tendencias autoritarias favorece sus preferencias, traicionan a la democracia para respaldarlo. Mientras que, por el contrario, cuando sus intereses son puestos en riesgo, usan valores, reglas e instituciones democráticas para cuestionar el abuso. La dinámica sería: democráticos frente a la amenaza, autoritarios ante el beneficio. Una trasmutación que no por ser histórica deja de sorprender.

Si bien el ensayo está escrito en clave de diagnóstico, Dargent no rehúye a la propuesta. Considera que “lo que bastaría para controlar en forma importante al autoritarismo es que las élites no se entreguen sin condiciones a los líderes políticos (…). Que incrementen su desconfianza hacia el gobierno, sea del signo que sea (...) mantener una crítica fuerte sería ya un cambio fundamental” (p. 101). Hay, pues, reglas mínimas que deberían estar fuera del cálculo político: respeto al opositor, a la libertad de expresión, a los derechos fundamentales, a las instituciones que ejercen control, a los calendarios electorales, etc.

Más allá del “mal menor” por el que la ciudadanía termine decantándose el 6 de junio, se debe evitar incentivar o avalar las tendencias autoritarias presentes en ambas candidaturas. Esto es, no facilitar el ascenso de un autoritarismo. No olvidar que plebiscitos constantes y mano dura son dos caras de una misma moneda.

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