Abimael Guzmán (USI)
Abimael Guzmán (USI)

Estúpida, sí. Porque eso de democracia boba no alcanza para explicar cómo un país que sufrió a Sendero y el MRTA ha permitido que se reescriba la historia, convirtiendo a terroristas en luchadores sociales.

Desde hace algún tiempo se busca humanizar al terrorista. Contando desde la perspectiva personal los ideales que los llevaron a la lucha armada. Vidas plagadas de injusticias y frustraciones. Sueños de un mejor país. Dejan de lado las masacres, los asesinatos de padres frente a hijos, las torturas a mujeres embarazadas a las que se les arrancaba a los no nacidos. De María Elena Moyano o Pedro Huilca, nada.

Desde la captura de Abimael, poco ha hecho el Estado para estudiar el impacto del terror. Por ello, los jóvenes nada conocen de Sendero y el MRTA. Y lo que saben está tergiversado por una ideologizada CVR (Comisión de la Verdad y Reconciliación) que puso en igualdad de condiciones al terrorismo y a las FF.AA. Y hoy con la excusa de la democracia somos incapaces de enfrentarlos.

Más aún, hemos llevado al poder a aquellos que los defienden. La congresista María Elena Foronda contrató como personal de confianza a Nancy Madrid, miembro del MRTA, condenada a 18 años de prisión por terrorismo. Según la Dircote, Madrid era la encargada de la administración de las ‘cárceles del pueblo’. Para quien no lo sabe, parte de la estrategia de captación de fondos y generación de terror consistía en secuestrar a empresarios y autoridades a los que recluían en cajas de concreto bajo tierra en sótanos durante meses mientras negociaban el rescate. Para Foronda, la contratación de Madrid es un acto de humanidad: “Ella tiene derecho a reinsertarse en sociedad”.

Mientras que Rogelio Tucto considera que se debería indultar a Abimael para lograr la tan ansiada ‘reconciliación nacional’. Justiniano Apaza cree que los terroristas que cumplieron condena tienen derecho a participar en política. Como Martha Huatay, dirigente de Socorro Popular, responsable de planear y ejecutar los atentados en Lima, como el de Tarata.

Rocio Silva, secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de DD.HH., se da el lujo de escribir un artículo en La República en el que defiende a Madrid: “A Nancy Madrid no se le atribuye ningún acto que atente contra la vida, el cuerpo y la salud, ni tampoco contra la libertad”. Y acusa a todos aquellos que se resisten a olvidar de terruquismo histérico. Debo reconocer la gran habilidad de la izquierda para acomodarse y reescribir la historia. Y es que tienen una ventaja, ellos viven de la política y sus mentiras.

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