El sector Educación está a cargo de la ministra Flor Pablo Medina. (Foto: Hugo Pérez / GEC)
El sector Educación está a cargo de la ministra Flor Pablo Medina. (Foto: Hugo Pérez / GEC)

La caída en la aprobación del presidente Martín Vizcarra lo puso a tiro de piedra de la oposición apro-keikofujimorista, que no esperó ni 24 horas para lanzarla, escogiendo como primer objetivo a su víctima favorita: la educación en el Perú.

Es que, más allá de nombres y apellidos, esta bancada de oposición –que, sin duda alguna, lo que busca hacer es una demostración de fuerza para obligar al Gobierno a negociar en sus términos– ya ha interpelado a dos ministros del sector, sin importarle las consecuencias de que hasta el momento no se deje trabajar tranquilo a ninguno de los cinco titulares que han pasado por el despacho: con tanto cambio no puede haber política educativa que se sostenga.

El pretexto del link trucado es completamente irrisorio. La ministra Flor Pablo fue meridianamente clara en sus explicaciones a la Comisión de Educación del Congreso. Aparte de la investigación rigurosa de un acto de sabotaje que no ocurrió durante su mandato al frente del ministerio, lo que a tales comisionados les puede haber parecido “insuficiente” –gaseoso argumento con que fundamentan la movida– es una incógnita que ni Sherlock Holmes descifraría.

El desprecio que el fujimorismo y el Apra demuestran por la educación en el país se explica en su afán de golpear al presidente Vizcarra, sin considerar los daños colaterales. Pero si el cinismo en ese caso es una marca de fábrica, más difícil es entender las razones de quienes se les han sumado para darle organicidad a la moción.

Junto con la renuncia de los ministros Edmer Trujillo y Carlos Bruce, la interpelación llegaría en un momento muy crítico para el Gobierno. La sensación de deja vu es inevitable, pues estaríamos volviendo a los tiempos que –primer año de PPK– la suerte de las grandes políticas de Estado se jugaba en los escabrosos términos que imponía el obstruccionismo de la mayoría parlamentaria.

En este retorno de las fuerzas oscurantistas, el Gobierno no está libre de culpa. El país le exige acción a su primer mandatario, más resultados, y sobre todo que estos resultados se puedan sentir en el día a día. Esperemos que sepa mover el timón bajo condiciones de tormenta.