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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21

El último lunes se reunió la comisión del Congreso encargada de elegir, cumplido ya el nombramiento de los miembros del TC, al titular para la Defensoría del Pueblo. Aparentemente, hay quienes quieren completar la tarea durante la presente legislatura.

Permítanme al respecto una digresión personal, justificada –creo– porque el tema termina siendo también de interés público. Algunos amigos de diversas bancadas han tenido la generosidad de proponer mi nombre, nuevamente, para encabezar la Defensoría del Pueblo, cargo cuya designación significaría, además de un gran honor, una nueva oportunidad de servir al país. Lamentablemente, en este momento otros compromisos profesionales me impiden aceptar tan honroso encargo.

Me parece necesario decirlo de manera pública con la esperanza de facilitar la designación urgente de un defensor del Pueblo.

Creo que la tarea no debería ser difícil: no hay mucho que buscar cuando se tiene a la persona idónea en casa. Eduardo Vega ha demostrado, pese a las dificultades que implica desempeñar el cargo de manera interina, solvencia profesional, independencia de criterio y capacidad para hacer escuchar la voz de la Defensoría en los temas que le competen y que son de relevancia para el país.

Que no goce de las simpatías de Palacio de Gobierno no debería ser un obstáculo, sino más bien una garantía.

No olvidemos que la Defensoría tiene como principal objetivo proteger a los ciudadanos de los eventuales abusos o arbitrariedades que puedan cometerse desde el poder.

Es, adicionalmente, una oportunidad para que la pareja presidencial y su mayoría parlamentaria demuestren que apuestan por el fortalecimiento de la institucionalidad, con prescindencia de la cercanía política o las coincidencias ideológicas. Si se busca a buenos profesionales en la administración pública, allí tienen uno. No lo desperdicien.

En memoria de Fritz Du Bois, director y amigo.