(Foto: USI)
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El Perú siempre ha sido vulnerable ante la ocurrencia del fenómeno de El Niño (FEN). En cada episodio fuerte o extraordinario el país ha sufrido la destrucción de carreteras, puentes, cultivos y canales de irrigación; y también de viviendas, colegios y hospitales. Por ello, debemos entender cómo se originan los daños para saber cómo prepararnos.

En cada FEN, el catalizador para el desastre es la gran cantidad de lluvias, que elevan el caudal de los ríos y generan inundaciones por el rebalse de las cuencas. Así, el valor promedio de daños generados en los últimos temporales de mayor magnitud asciende a US$4,800 millones. Y es que nuestra mayor debilidad es la falta de prevención de nuestras autoridades, ya que, si bien existe una partida presupuestal para mitigar y gestionar riesgos ante desastres, esta no se ejecuta de la mejor manera.

Por ejemplo, para Lima, La Libertad y Piura, departamentos que sufrieron más del 50% de los daños, de 2011 a 2016 el presupuesto para gestión de riesgos fue de S/1,215 millones, pero solo se usó el 65%. No por nada tenemos una brecha de US$8,476 millones en infraestructura hidráulica (AFIN).

Actualmente, en la reconstrucción se está repitiendo el error, ya que hay poca planificación del gasto. Esto se debe a que hasta el momento el 69% de los trabajos en cuencas de Lima, Piura y La Libertad son estrictamente de descolmatación, y solo el 31% agrega algún tipo de defensa. Si bien la descolmatación es una parte integral de la mitigación de riesgos, por sí sola no es suficiente. Esto se debe a que con el tiempo las cuencas de los ríos se llenan de sedimento. Para que no se repita lo de 2017, es necesario complementar dicha labor con la construcción de defensas ribereñas.

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