Pleno del Congreso (Geraldo Caso)
Pleno del Congreso (Geraldo Caso)

Tiempo antes de la renuncia del ex presidente Kuczynski, se le sugirió que cerrara el Congreso. Era el monstruo de las 20 cabezas, el engendro que traía abajo al país. Obvio que las críticas de cierto sector, acompañado de algunos medios, tenían un objetivo: deshacerse a la mala de la entonces mayoría parlamentaria de 72 congresistas fujimorista.

Y pese a que el partido de Keiko ya no tiene ese amplio número de votos, el ataque sistemático al Congreso prosigue. En los días previos a que el presidente Vizcarra asumiera el mando, también se oyó lo de cerrar el Legislativo e ir a elecciones generales. La propuesta, por supuesto, era en exceso interesada y en su extremo apelaba a que se fuera toda la clase política. Una ‘tabula rasa’ conveniente para aquellos que se consideran no contaminados y que no existen.

El vituperio al Parlamento sigue en boga, todos sus integrantes son corruptos (los honestos están fuera). El sistema está tan podrido que ni siquiera la Contraloría lo puede fiscalizar. Aunque el contralor afirme que no es así, le cayó la quincha. El mismo funcionario que destronó a su antecesor (víctima de una denuncia que aún no se prueba) y que fue respaldado por la mayoría del Congreso.

Pero en el Perú de hoy, cualquiera pasa de ser buenito a ser ‘remalito’ y hay medios que promueven esta visión. Cada vez se desgasta más el axioma de que la democracia es el menos malo de los sistemas. Cada vez más el decir individual es angelical y puro, el partidario es sucio y vil.

Para que exista un sistema democrático cabal, el Parlamento es vital e indispensable. A la luz de los hechos recientes, no fue esta institución la que derrocó al ex presidente Kuczynski. Su entorno, él mismo, cometieron errores tremendos que terminaron obligándolo a renunciar. Comprar votos es un delito y se ubica en la antípoda de la ética pública.

Los parlamentarios abucheados fueron votados, no llegaron ahí por arte de birlibirloque. Cada peruano que acudió a las urnas lo seleccionó para bien o para mal. Nadie le puso una pistola en la sien. Y al Congreso llegan partidos, organizaciones satanizadas o no, pero así funciona la vida democrática. Que a un sector le perturbe la presencia mayoritaria del fujimorismo en el Legislativo no justifica que diariamente se arremeta contra este poder del Estado.

Ningún Parlamento es el ideal. El del gobierno de Humala fue de un nivel de componenda lamentable, se ‘balkanizó’ y nada bueno hizo. El actual es lo que hay, traérselo abajo sistemáticamente es perturbar más nuestras alicaídas instituciones. Fomentar el odio contra el Legislativo solo resta. Criticar es totalmente diferente a demoler. Algún interés hay detrás de toda esta campaña, pronto lo conoceremos.

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