Mercedes Araóz acompañó a Martín Vizcarra al Congreso. (Presidencia)
Mercedes Araóz acompañó a Martín Vizcarra al Congreso. (Presidencia)

Este ha sido el mensaje de Fiestas Patrias más interesante en décadas por la forma, el fondo y el contexto en el que se da. Ha sido una sorpresa y un parteaguas propositivo que ha desencajado al establishment político. Es verdad que, mientras no se aterrice en acciones, solo estamos ante un conjunto de promesas, pero menospreciar la fuerza de la palabra sería también desconocer la cadena de cambios que una acción política como esta puede activar.

Sin quitarles brillo a momentos importantes como la mención explícita a la salita del SIN y al fiscal de la Nación, el respaldo a la reforma universitaria o la denuncia de la violencia de género, lo del referéndum fue la cereza del pastel por una simple razón: coloca al advenedizo poder parlamentario contra las cuerdas. Le quita poder al Congreso para dárselo a la gente que anda indignada con ellos y con todos. De ahí que sea cándido quedarse en el detalle sobre si es competencia de Vizcarra convocar a un referéndum. Ya se sabe que el Congreso es quien finalmente lo tiene que hacer, las reglas sobre reforma constitucional son claras, pero esa es precisamente la gracia: la carga política ahora recae enteramente sobre la mayoría del Legislativo. El fiel de la balanza cambia de inclinación y el dedo ya está sobre la llaga. Realpolitik, hermanito.

Si estamos de acuerdo o no con los cuatro asuntos que se quieren llevar a consulta popular, merece un análisis distinto. El debate sobre cada uno de ellos está abierto y sabremos en las siguientes semanas cómo decanta. Negar, sin embargo, que lo del sábado marca un antes y un después es no querer reparar en la realidad. Si aún no están convencidos, vean los videos del presidente caminando más de 20 cuadras en la Av. Brasil abrazado por aplausos populares. Vizcarra ha decidido gobernar.

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