José Vega, congresista de UPP. (Foto: Andina)
José Vega, congresista de UPP. (Foto: Andina)

Hace rato que los sectores radicales del Legislativo ponen la agenda y alborotan los pasillos parlamentarios. José Vega Antonio, belicoso representante de la bancada antaurista, no solo se da el lujo de no responder a las preguntas sobre sus diálogos ‘Cuellos blancos’ con el ‘hermanito’ César Hinostroza, en proceso de extradición, sino que, además, levanta la voz y arenga, en lugar de contestar. Y se presenta en el hemiciclo promoviendo a la esposa-candidata de un sentenciado por la justicia.

Vega, el principal impulsor de la vacancia presidencial de Martín Vizcarra, sigue buscando adeptos para su propósito y varios de sus colegas parecen llevados de las narices para sus fines políticos de desestabilización. Las investigaciones y las denuncias contra Vizcarra son graves y deben ser rigurosamente conducidas hasta las últimas consecuencias, pero que el Congreso se convierta en furgón de cola de una representación que poco cree en principios democráticos y que es monitoreada desde una prisión por alguien que cumple condena por delitos de homicidio y secuestro, es francamente demasiado e insulta la inteligencia ciudadana. Es evidente que tanto tiempo libre dentro de una cárcel le permite, con la cómplice permisividad de la autoridad y de algunos congresistas, seguir moviendo varios hilos políticos en el tablero electoral del Perú.

Resulta extraño que la admisión de la moción de vacancia, que debía discutirse este sábado 31 de octubre, se postergue hasta nuevo aviso. Presidente del Congreso, Manuel Merino, ¿alguna carrera contra el tiempo para buscar los 52 votos que se requieren para admitirla?

El Perú necesita trabajo oportuno de nuestras autoridades ejecutivas y de aquellos que ejercen la fiscalización, pero no como sucede, en función del interés pequeño, mezquino, personal o de grupo, que solo busca ubicarse en el espectro inmediato para seguir sirviéndose del poder. En el Legislativo, en lugar de estar promoviendo la creación de universidades engañamuchachos o la destrucción de un sistema de pensiones, además de tratar de “bajarse” a un presidente seis meses antes de un proceso electoral, deben centrarse en garantizar esta transición para que los peruanos elijamos a mejores autoridades. Hasta ahora, hemos fallado.