De buenas intenciones está hecho el infierno

Si nos involucramos con los otros activamente, por ejemplo si invitamos alguien a comer, incluimos a un compañero en el proyecto, pedimos un favor, ofrecemos apoyo o sinceramente preguntamos cómo está alguien, no sólo nos hacemos visibles sino relevantes. Esa es la fundación de las relaciones mutuamente gratificantes.
De buenas intenciones está hecho el infierno Si nos involucramos con los otros activamente, por ejemplo si invitamos alguien a comer, incluimos a un compañero en el proyecto, pedimos un favor, ofrecemos apoyo o sinceramente preguntamos cómo está alguien, no sólo nos hacemos visibles sino relevantes. Esa es la fundación de las relaciones mutuamente gratificantes.

Los seres humanos siempre queremos ayudar, sentirnos valorados, sentir que somos útiles en la vida; es nuestra esencia, pero a veces olvidamos que para ayudar primero debemos ayudarnos nosotros, debemos prepararnos para en lo posible siempre dar la mano. Pero si no contamos con nada que nos sume, cómo sumaremos al resto; me refiero no solo a lo material, sino a un simple consejo que, por tu trabajo y vivencias hacia el progreso, puede ayudar a otros también.

Por eso es que en los aviones las aeromozas dicen: “Póngase el oxígeno y luego ayude a su compañero...”. Evidente, porque si empiezas a poner al más indefenso el oxígeno, sin terminar de ponérselo, tú ya estarás asfixiado y, lejos de ayudar, dejarías desamparado a tu indefenso compañero, el cual puede ser tu hijo o una anciana.

Por ello, es importante tener en cuenta que hasta para ayudar hay que saber cómo hacerlo, para realmente aportar.

Traslademos esa situación a las promesas electorales. Escuchamos cosas como “les quitaremos a las grandes empresas y le daremos todo al pueblo”. Suena bien. Pero pensemos un poco más allá. Si le quitan a aquellas grandes corporaciones, ¿quiénes serían los nuevos administradores?, ¿el Estado? Pues no suena alentador, con los antecedentes que ya tiene.

¿Por qué quitarles de golpe a quienes saben administrar y darles a quienes han demostrado que no lo saben hacer? No tiene sentido.

Saber qué, cómo y quiénes manejarían nuestros recursos es lo verdaderamente importante. Falta una economía inclusiva, una mano que haga llegar los buenos resultados a todos, una educación activa, un sistema de salud humano. Esos son los puntos claves: ¿cómo los manejarán?

Vuelvo y repito: necesitamos saber claramente: qué, cómo y quiénes manejarán nuestros recursos, no necesitamos promesas de antaño, de escasez, esa mentalidad de “quitar por quitar” que no garantiza desarrollo y mucho menos bienestar, al menos para las mayorías. Además, ya sabemos: de buenas intenciones está hecho el infierno.

Me encuentras aquí @lizreyes.prosperos

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