Los memoriosos (que somos muy pocos) nos acordamos de la tremenda recesión –para mí fue una depresión económica, por lo profunda, deflacionaria y larga, pues recién salimos en 2004– que experimentó nuestro país en 1998, a consecuencia de una “tormenta perfecta”. Se juntaron un fenómeno descomunal de El Niño, que destrozó a nuestro agro y pesca; una crisis rusa de impago de deuda externa que dejó ilíquidos en dólares a los mercados emergentes y hundió al sol; y una megacrisis devaluatoria asiática que colocó las cotizaciones de los metales a precios ínfimos.

Esos tres hiperimpactos –más la lentitud inicial del BCR en enfrentarlos soltando ya reservas al mercado y un comentario desafortunado del alto funcionario del MEF Carlos Paredes (suele irse de boca) sobre el dólar ante banqueros– rompieron la cadena de pagos. Es decir, Pepe le dejó de pagar a Paco para que este le pague a Lucho, las letras dejan de cobrarse, los pagarés ya no sirvieron, el dólar caro la quebró, etc.

Siendo rústicos, es como que se le sale la cadena a la bicicleta de la economía y esta se cae. Hoy tenemos que evitar algo así de nuevo. El BCR debe estar dispuesto a usar reservas sin miedos. La SBS debe estar atenta a que el crédito bancario no se seque y que los bancos no ahoguen a las empresas.

Sunat debe multar menos y perdonar moras (y hasta reducir deudas). Trabajo debe dejarse de reglas pelotudas respecto al teletrabajo, como también suspender otras disposiciones onerosas para las empresas, de esas que solo se le pueden ocurrir a un abogado laboralista “progre” o un político imbécil que jamás ha pagado una quincena.

El MEF tiene que liderar. Tenemos que evitar quiebras masivas por ruptura de la cadena de pagos y que todo el mundo acabe en Indecopi, tal como sucedió en 1998. Esto es MUY SERIO.

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