Foto: Archivo
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Los últimos 12 meses han sido muy duros. En esta gran emergencia sanitaria y económica hemos perdido mucho a nivel personal y como país. Y esto, que aún no termina, nos deja algunas lecciones sobre las cuales reflexionar: lo enormes que son las crisis que nos amenazan en esta era, lo rápido que algo que no parece afectarnos directamente puede irrumpir en cada aspecto de nuestra vida. Y, tal vez lo más importante, preguntarnos cuánto futuro tiene verdaderamente nuestra especie si mantenemos el actual modo de vida.

Hace tan solo unos días, la OMS presentó el reporte de su investigación realizada en China. Esta concluyó que lo más probable es que el COVID-19 haya tenido origen animal, como ya lo había planteado la comunidad científica. Las epidemias zoonóticas no son un problema nuevo. Cerca del 75% de las enfermedades infecciosas en los humanos ya provienen de especies animales. Pero esto se agrava por el manejo irresponsable que hacemos de animales silvestres y por la destrucción de sus hábitats naturales.

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No podemos cansarnos de repetir que las causas de esta pandemia son, en gran medida, las mismas que causan el cambio climático. Hoy, el replanteo de nuestra relación con la naturaleza ya no es una idea teórica pensada en el futuro de nuestros nietos, sino, más bien, una necesidad urgente en favor de nuestra propia supervivencia.

Por eso, esta semana, en la Comisión Especial de Cambio Climático del Congreso, hemos aprobado, por unanimidad, una moción multipartidaria, en la que se exhorta al gobierno peruano a declarar el estado de emergencia ambiental y climática a nivel nacional, señalando una serie de tareas urgentes para los diversos sectores y niveles de gobierno. Esta pide, además, que se apruebe la nueva estrategia de cambio climático.

La moción, que deberá ser aprobada por el Pleno, exige que se lidere una planificación energética de largo plazo, en la cual se impulse el uso de recursos energéticos renovables no convencionales. También remarca la importancia de incorporar criterios de inversión climáticamente inteligente y responsable para todas las obras de infraestructura.

Asimismo, se exige la aprobación de la política nacional forestal que prevea el financiamiento y asesoría técnica para la expansión de los sistemas agroforestales. También recomienda la elaboración de un proyecto de impuesto a las emisiones de carbono, entre muchos otros puntos.

Dentro del marco del Acuerdo de París, el Perú se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% hacia el año 2030. Pero solo podremos cumplir esta meta con acciones decididas en favor de energías renovables, impulsando también la eficiencia energética.

La crisis climática es el reto que va a marcar nuestra generación y va a decidir el destino de la humanidad. No podemos dejar las acciones para otro momento. Debemos actuar de manera urgente, rápida y estratégica. Declarando la emergencia climática nacional podremos tomar las acciones necesarias para detener la deforestación, la destrucción de hábitats, reducir emisiones contaminantes y transitar hacia formas de uso de la energía y producción sostenibles, cumpliendo los compromisos ambientales que el Perú ha asumido. Y podemos hacerlo generando miles de puestos de trabajo verde y asegurando un crecimiento económico sostenible.

Esta otra emergencia aún puede ser detenida, pero solo si actuamos ahora mismo.

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