El equipo especial Lava Jato pidió a Víctor Rodríguez Monteza que se aparte del caso, pero no lo hizo. (Foto: YouTube)
El equipo especial Lava Jato pidió a Víctor Rodríguez Monteza que se aparte del caso, pero no lo hizo. (Foto: YouTube)

Si Vladimiro Montesinos estuviese en condiciones de hacerlo, seguramente le hubiera extendido un diploma al mérito como discípulo aprovechado al fiscal supremo Víctor Raúl Rodríguez Monteza, quien al más académico y depurado estilo de los sicosociales del ‘Doc’, anunció su insólito pedido de anulación de la cárcel preventiva de Keiko Fujimori, dando la espalda a los fiscales del equipo Lava Jato, cuando faltaban pocas horas para que se inicie el ahora histórico partido Perú-Chile, por las semifinales de la Copa América.

Luego de llevar el plazo legal –que vence el día de hoy– hasta casi el límite, para que el escrutinio de los documentos que sustentan su posición tuviera que realizarse contra el reloj, el magistrado no encontró mejor manera de camuflar un acto tan vergonzoso como previsto, dados los antecedentes del personaje. Sin embargo, la maniobra ocultará solo temporalmente las rotundas motivaciones que mueven al fiscal, muy cercano a su también colega de la Fiscalía, Pedro Chávarry, con quien constituye un bastión defensivo, en el Ministerio Público, de todas las oscuras causas detrás de los blindajes de la mayoría fujimorista en el Congreso, donde a su vez devuelven el favor cada vez que entra algún nuevo indicio o acusación en contra de la organización criminal Los Cuellos Blancos del Puerto.

Precisamente, por sus presuntos nexos con esta banda es que Rodríguez Monteza figura en la lista de investigados de la Fiscalía Provincial del Callao. No solo por el audio que estelarizó con el empresario Mario Mendoza –sindicado como uno de los principales miembros de la red mafiosa, cuyos cabecillas serían los exjueces César Hinostroza y Walter Ríos– sino también por el testimonio de sucesivos testigos y colaboradores eficaces que lo ubican, junto a Chávarry, como parte de esta siniestra componenda.

Y estamos hablando del mismo fiscal supremo que en su momento emitió una presurosa, y a todas luces inconstitucional, orden de incautación inmediata de los audios “íntegros y sin editar”, que ya habían comenzado a difundir IDL-Reporteros y Panorama, exigiendo además que los periodistas revelasen sus fuentes, como si estuviésemos todavía en una dictadura de los noventa.

No es difícil adivinar, entonces, que, en su defensa de la libertad de Keiko Fujimori, el fiscal Rodríguez Monteza, no tan en el fondo, se está defendiendo a sí mismo.