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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Hace pocos días, acicalado en su olivado uniforme militar y con un tosco quepí, Raúl Castro seguía con la cháchara de la revolución, rememorando los casinos y las prostitutas de la era Batista, afirmando que, ahora sí, era el pueblo quien gobernaba. ¿El pueblo? Castro, con las gafas Cartier –esta vez oscuras– que lo protegían del sol caribeño, afirmaba: el pueblo.

Francamente, sería una enternecedora fantasía si no fuera por las vidas y sacrificios que han costado a los millones de cubanos la dictadura cubana. Feroz, salvaje, cínica, asesina. Y no me refiero a la era de la guerra fría: hace menos de un mes fueron encarcelados José Daniel Ferrer y Ángel Moya, entre otros líderes opositores y, por supuesto, Berta Soler y algunas damas de blanco.

¿Por qué nos debe interesar Cuba? Pues, para empezar, porque hasta ahora ningún gobierno peruano ha tratado a la cárcel insular como lo que es: una dictadura. Y no sé ustedes, pero bajo cualquier nomenclatura, un estado con partido único y casi 55 años de poder en manos de un par de hermanitos, pues no suena muy democrático que digamos.

Llamar las cosas por su nombre dice mucho de una persona, una institución o un gobierno. Y seguir excusando a Cuba del despótico régimen que manejan es una muestra de cinismo y de cobardía.

Si somos una democracia, valoramos los derechos humanos y perseguimos como meta el bienestar de los pueblos, ya es hora de que llamemos a Cuba por su nombre: dictadura. Tal vez con eso demostremos que, al menos, sabemos diferenciar una cosa de la otra.