Cuba

notitle

En sus largos años de gloria (de gloria exclusivamente retórica) Fidel Castro solía vociferar constantemente que "dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada".

Al parecer, ese será el marco dentro del cual habrá que esperar las novedades luego del anuncio conjunto de Barack Obama y Raúl Castro del restablecimiento de conversaciones diplomáticas entre sus países.

Obviamente, la solución de Kennedy de ahogar comercialmente a la isla en represalia por las expropiaciones castristas nunca dio resultado. Es más, hasta se puede decir que terminó nutriendo al enemigo.

Puntualmente, ello fue lo que Raúl Porras Barrenechea advirtió en 1960. Juzgaba que expulsar a Cuba de la OEA era forzarla a buscar el apoyo de la entonces URSS. Y así fue. Nuestro gran historiador no se equivocó.

Cincuenta años después, el presidente de la aún más poderosa nación del mundo no ve otra salida que la de reconocer el error. ¿El gigante se rinde al pequeño?

Para los políticos de La Habana la comparación con David derrotando a Goliat los envanece frente a su pueblo. Empero, qué extraño es este Goliat. No estamos ante un simple grandulón, sino ante una vieja y rica democracia que comprende su fracaso de cara al grueso de los más de diez millones de cubanos que malviven en la isla. Desde esa perspectiva, el mayor riesgo de este viraje lo tendrán los Castro. Es decir, nuevamente están ante un triunfo puramente retórico.

Si advertimos que hasta horas antes del sorpresivo anuncio de Obama y Raúl Castro el presidente venezolano Nicolás Maduro profería groserías contra los EE.UU., es de entender que su posterior silencio es por demás elocuente.

En esa línea, es igualmente comprensible el fastidio de buena parte del exilio cubano. Ciertamente, el peso de la disidencia cubana asentada en Miami se tornará menos gravitante frente a lo que la disidencia del interior de Cuba pueda ofrecer: un proceso de lucha interna que muy bien pudo haberse nutrido años atrás, pero que recién ahora podrá saber de un protagonismo que la tozudez de la guerra fría y la cerrazón anticastrista les negó.

Así pues, el mucho o poco comercio que surja dentro de la isla luego del posible levantamiento del embargo sin duda habrá de ser mucho más efectivo que lo que hasta ahora se ha tenido. Al fin de cuentas (como diría F. A. Hayek), el comercio no se limita al mero intercambio de mercancías.

Tags Relacionados:

Más en Opinión

Los libros imposibles

¿Cómo se relacionan crecimiento y bienestar?

El quinto: no matarás

El valor de un fiscalizador independiente

Golpe y paz

“Lecciones desde Bolivia”

Siguiente artículo